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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Los necios y violentos socavan la democracia

15 de agosto de 2015

El necio, como se cree -en su ego- portador de la verdad, rehúye al debate, al conversatorio o diálogo, se esconde y desde su refugio, exhibiendo su arrogancia, insulta y grita para que lo escuchen y hasta se arma para atacar, sin importarle las consecuencias, a quien considera su rival. El necio atenta contra la razón y la búsqueda de la armonía social. Con acierto, Napoleón, al referirse a esa clase de persona, decía: “El necio tiene siempre una gran ventaja sobre el hombre de talento: siempre está satisfecho de sí mismo”. A manera de complemento, Camilo José Cela subraya: “Lo malo de los que se creen en posesión de la verdad es que, cuando tienen que demostrarlo, no aciertan ni una”.

El violento, en su interior, teme o tiene miedo a todo, a perder espacio en la vida, a no alcanzar por medios lícitos, metas o propósitos, promueve el caos y hasta mata, a quien -en su desvarío mental- lo ve como valladar, en su carrera desenfrenada por llegar a la cima. Forges ha dicho para estigmatizar a ese despreciable ser humano: “La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias”.

En Ecuador se vive en democracia, forma de gobierno en que la soberanía se sustenta en el pueblo; se garantiza la libertad en sus diversas aristas y el goce del derecho en su multiplicidad. Rige la Carta Política aprobada en 2008 en referendo por mayoría de votos, pero los afectados del sector político, por la pérdida de intereses y privilegios, entre ellos los tercos y violentos, en su intento por detener el proceso de la Revolución Ciudadana, insisten en no acatar las leyes de la República, promueven el caos y rechazan, sin fundamento, el diálogo como forma idónea para debatir pedidos, enmiendas o yerros, muy propios de la complicada forma de administrar el Estado en beneficio de los pobres de la patria.

No dan tregua los revoltosos de la casi extinta UNE, en reactivar la era de los paros y disturbios callejeros a manera de chantaje para lograr cupos en el magisterio. Todavía quedan unos cuantos jóvenes estudiantes desorientados que insisten en las trifulcas belicosas y agresiones a autoridades en su afán de captar directivas con fines políticos.

Hay otros sectores engañados y confundidos que no olvidan las prácticas de violencia del pasado, que ya no volverán.

El diálogo con gente honrada, sincera y capaz está dando excelentes resultados. Los dirigentes de la Revolución Ciudadana ratifican que el gobierno socialista siglo XXI, mantiene, como siempre, las puertas abiertas para escuchar planteamientos y debatir diferencias en la búsqueda de soluciones a los problemas considerados polémicos, en forma transparente, justa y democrática.

El terco y violento utiliza el insulto y la agresión para lograr objetivos; el inteligente y sensato, el diálogo para consolidar acuerdos por consenso. (O)

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