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Los miedosos

01 de agosto de 2014

En estos días se escucha a los eternos invitados a los ‘programas de opinión’ quejarse de que en Ecuador hay miedo. Dicen que el gobierno de la Revolución Ciudadana provoca miedo. Es posible que tengan razón. Citaremos -amables lectoras y lectores- algunos casos.

Miedo deben tener aquellos que estaban acostumbrados a no pagar impuestos. Hoy -muy a su pesar- tienen que hacerlo cumplidamente. Resulta, por ejemplo, que el eterno candidato a la Presidencia, por no cumplir con las leyes tributarias de la soberana República del Ecuador, se quedó sin algunos vehículos de lujo, sin yate de lujo, sin una hacienda bananera, que hoy es propiedad de los trabajadores. Las recaudaciones por concepto de impuestos, gracias a la excelente gestión del SRI, llegaron a los 12.758 millones de dólares en 2013. ¡Qué miedo!

Deben tener miedo aquellos que eran propietarios de los papeles de la deuda externa (bonos Brady, bonos Global) y que hoy no pueden expoliar a su propia patria. A los chulqueros criollos -acostumbrados a registrar grandes ganancias en sus libros de contabilidad clandestinos- se les acabó la fiesta.

Deben tener miedo al gobierno de la Revolución Ciudadana los que formaban parte de los equipos de negociación de la deuda externa. Eran tan buenos ‘negociadores’ que, después de haber cumplido con su papel de no defensa de los intereses de la patria, recibían como premio altos cargos en las entidades acreedoras, la mayoría con domicilio en la ciudad de Washington.

Miedo deben tener al gobierno popular los que formaban parte de los equipos de abogados que negociaban a nombre de las transnacionales petroleras, en tiempos neoliberales. Los contratos establecían el 80% de las utilidades para las empresas extranjeras y el 20% para el Estado. Hoy sucede exactamente lo contrario: el 80% se queda en el país para beneficio del pueblo ecuatoriano y el 20% corresponde a las empresas que prestan sus servicios. ¡Qué miedo!

Deben tener miedo los propietarios de ciertos medios audiovisuales privados, porque el primer día de funciones el Presidente ya no los visita para prometerles ser muy obediente. En estos tiempos, los medios públicos y comunitarios mejoran, no mienten, avanzan. ¡Qué miedo!

Miedo deben tener los que asisten a los coctelitos de despedida de la Usaid, porque están conscientes de que se gobierna desde Carondelet y no desde la embajada para la que algunos invitados hacen ciertos ‘trabajitos específicos’ y envían -puntualmente- los informes correspondientes.  

Deben tener miedo al Gobierno de las mayorías aquellos que con una simple llamada telefónica sacaban y ponían ministros. Hoy ningún funcionario del Gobierno les hace el mínimo caso.

Miedo deben tener los que no fueron capaces de elaborar -con rigurosidad y responsabilidad- un proyecto de país en donde no existan inequidades ni exclusiones. Recién ahora comprenden las poco ilustradas élites que, cuando al pueblo le va bien, sus negocios mejoran.  

El programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ha clasificado a Ecuador, precisamente en estos días, como un país de alto desarrollo humano; el estudio está basado en cinco parámetros: esperanza de vida, años de escolaridad, ingreso promedio, análisis de vulnerabilidad y la resiliencia (capacidad que tienen los países para enfrentar situaciones de crisis).

Tener un alto desarrollo humano quiere decir que en Ecuador se reducen significativamente las desigualdades y la pobreza. ¡Qué miedo!

El pueblo tiene miedo a los que le dieron mal vivir. El pueblo agradece a los que le proporcionan Buen Vivir. Allí está la diferencia.

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