El evidente temor de la oposición, incluidos los medios privados, de perder en la consulta democrática de 2017, pese a la abstención de Rafael Correa, promueve, sin ocultar, agresiva campaña de difamación mediante noticias y comentarios malintencionados, intentos sediciosos y acusaciones infundadas contra funcionarios de la administración pública.
La prensa comercial y sus columnistas identificados plenamente con el retorno al pasado neoliberal, debido a la falta de líderes en sus lares, la fracasada búsqueda del presidenciable único y los llamados inútiles a la insurrección callejera, ya emprendieron voraz cacería de errores en la conducción del Estado, no para señalar el camino de enmienda, sino para crear el fantasma del descontento y malestar popular, y con ello, en el fondo, desprestigiar, sin conseguirlo, el proceso de cambio, irreversible, que lleva adelante el régimen de la Revolución Ciudadana.
Sorprende en ese ámbito que un exmandatario, fracasado en su gestión, aparezca opinando que Rafael Correa atenta contra el derecho a la protesta y a expresarse, cuando él mismo y otros, hablan y escriben lo que les da la gana. Pero lo más censurable es que ese expresidente, responsable de la llamada sucretización de la deuda privada con el dinero del pueblo ecuatoriano, ahora pretenda convertirse en crítico, sin solvencia y marcado por la historia.
Por allí un articulista que funge de académico, notoriamente vinculado con la derecha, azuzado por sus mandantes, muy suelto con su “palabra es ley”, asegura que “esto de la revolución ciudadana es un retroceso histórico, porque la palabra de un solo individuo no puede ser ley para todos”. Se olvida que en el país, el articulista es libre de cuestionar al régimen del Buen Vivir, con argumentos y que es un absurdo de que se soporta una dictadura, si rigen 5 funciones y si fuere así, él ya estuviere en prisión.
El tema de la lamentable muerte de dos turistas argentinas, la prensa privada lo ha escandalizado y politizado, como si el crimen, el sicariato y el narcotráfico han invadido el Ecuador.
De ese hecho y otros sucesos sangrientos se pretende culpar al gobierno de la Revolución Ciudadana de no precautelar la vida de los ecuatorianos y visitantes.
Se olvidan, ex profesamente, los acuciosos articulistas, que la delincuencia es un azote social que se origina en la carcomida estructura social y se desarrolla en las esferas del poder económico, oficial y callejero, y que su tratamiento para su solución es tarea de todos. A pesar del silencio de la prensa “independiente”, los megaoperativos policiales están dando excelentes resultados y la lucha contra el hampa continúa hasta derrotarla y erradicarla, en zonas conflictivas.
La oposición en su cacería indaga problemas para escandalizarlos. En lo referente al tema de Solca, Rafael Correa cuestiona a los directivos y luego de aclarar cifras responde: “Yo quiero a la gente de Solca. Si tanto les está costando ser samaritanos con plata ajena, mándennos las instalaciones y nosotros atenderemos”.
Se vive la etapa del cambio y reivindicación; mientras la oposición sigue sus ensayos golpistas y la búsqueda de asesoramiento extranjero como del gobierno fascista de Mauricio Macri con el fin de entorpecer el avance del pueblo revolucionario decidido a completar los principios del socialismo siglo XXI, con la guía del líder continental Rafael Correa Delgado. (O)
