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Ilitch Verduga Vélez

Los comicios en Perú

17 de junio de 2016

El 5 de junio pasado se llevaron a cabo las votaciones de la segunda vuelta electoral en el hermano país del Sur. Los apretados resultados, con diferencias mínimas, apenas de un 0,23% difundido y avalado por ONPE, el organismo nacional de elecciones peruano, han mostrado el triunfo de Pedro Pablo Kuczynski que, contra todo pronóstico, ganó el balotaje y, por tanto, asumirá el mando presidencial el 28 de julio próximo. Un hecho inesperado para los analistas y, a pesar de las encuestas, que una semana antes daban como ganadora a la postulante Keiko Fujimori, con más de 6 puntos, frente a su rival, el candidato de Peruanos Por el Kambio. La victoria de PPK -la sigla para identificarlo ante el electorado, en un acierto publicitario- tiene lecturas que, creo, resulta necesario establecer, para un análisis de las circunstancias de su lauro.

En primer lugar, el economista Kuczynski representó una opción de centro derecha con apoyo de la izquierda peruana y calificada por esa formación en el acto electoral, como el mal menor. Frente al  despotismo fujimorista, cuyo recuerdo nefasto no se borró de las mentes de quienes  sufrieron sus excesos, básicamente las organizaciones sindicales y estudiantiles progresistas, no había alternativa. Los votantes que en la primera vuelta lo hicieron por Verónika Mendoza, del Frente Amplio, generaron una decisión sustancial en los resultados y le permitieron remontar e impidieron el éxito de Keiko. En segundo lugar, el  pueblo peruano, quizá  de modo intuitivo, visualizó el entorno de la postulante de  Fuerza Popular, que durante la campaña tuvo en sus filas a personajes de antecedentes morales sórdidos y de accionar poco edificante. Y en tercer lugar, obviamente, la personalidad del candidato, un septuagenario, de actuar sobrio, que en la campaña se mostró manejando los asuntos de la república con visión de estadista. Promesas de una revolución social figuraron en su discurso. Los próximos días serán de negociaciones básicas en un país dividido surgido de los comicios. Por ello deben reforzarse los  esfuerzos de diálogo para alcanzar la ‘conciliación’, como ya lo dijo el virtual ganador del proceso electoral.  

Perú, nación fraterna, en el ‘fujimorazo’, solventó tiempos en los que se impidió subordinar la estrategia gubernamental, a las normas de la ética pública. Y aunque la compleja realidad de esa época por la acción armada de Sendero Luminoso ameritaba acciones del Estado, para evitar la dinamia disolvente, en realidad la tranquilidad y seguridad de la población no se logró, ya que la acción del régimen fujimorista estuvo al margen de la órbita moral. El ideal de libertad y de cambio social que recorre montañas y valles de América Latina ha calado muy fuerte en el alma de los ciudadanos, el ‘cambio de época’, al servicio de los desfavorecidos de la sociedad, no solo es un eslogan de tarima, es ya realidad en varias de las tierras vecinas. El crudo cinismo de aventureros y politiqueros está pasando factura a los conglomerados. Los pueblos, a pesar de la desinformación cotidiana, están claros en los criterios, saben la diferencia entre lo justo y lo pragmático. Debe ser un recordatorio para los neoliberales, que sacrifican, el  principio, en el altar del mercado. En su momento el pueblo será el que diga la última palabra.

El plan de gobierno que exhibió durante la campaña Pedro Pablo no se alejaba mucho de las propuestas de Keiko. Circunscrito en tres ejes básicos, el proyecto político estableció: 1. Cambio  en lo  económico, pues a pesar de cifras macrofinancieras positivas del régimen de Humala, aún gran parte de la masa popular sigue en la pobreza. 2. Inversión social en educación, bienestar y salud, necesidades sentidas de las mayorías. 3. Seguridad ciudadana, validada por la actividad criminal. Un programa tradicional el de Pedro Pablo Kuczynski. Ojalá lo logre ejecutar en paz. (O)

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