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La clase media es la clase históricamente conformada por sectores de pequeños industriales, comerciantes, de profesiones liberales, burocracia y fuerzas militares. De algún modo, en la división clásica del modelo liberal burgués, la clase media se sitúa en la mitad, entre la burguesía y los grupos residuales de la aristocracia y los sectores populares, obreros, campesinos, etc. Sería en el siglo XVIII en Europa donde surja con fuerza y fue motivo de importantes estudios sociológicos y políticos. Esta clase se fue convirtiendo en el referente de las sociedades modernas donde la movilidad social y de capital posibilitaba un camino intermedio y viable para el capitalismo desarrollista y de bienestar.
En América Latina, con su profunda complejidad y heterogeneidad, la clase media fue el amortiguador de los conflictos entre clases, estamentos y castas sociales. De ella provendrían amplísimas y críticas reflexiones al orden imperante, como también las posiciones más retardatarias y conservadoras. El caso brasileño es muy significativo, porque su clase media histórica siempre estuvo aliada a la alta burguesía-aristocracia, lo que la convirtió en un baluarte de los peores procesos de concentración de la riqueza; riqueza que le caía a cuentagotas. Viéndolo así, la clase media puede tener fuertes intereses y principios en el querer transformar un país o ser el obstáculo mayor para esas transformaciones.
En el caso ecuatoriano, la clase media ha padecido de un déficit de autoidentificación, es decir, de tener conciencia de si pertenece o no a esta clase o sentirse que se pertenece a la clase alta o de que está cayendo a la “clase baja”. Esta clase media, históricamente, ha aspirado al ascenso social, vía imitación del modo de vida de la burguesía o la aristocracia y, por el otro lado, le ha espantado el acercarse al sector popular; este es precisamente, considera, de lo que debería alejarse, tomar distancia social para distinguirse.
Políticamente esto provoca un fuerte dilema político e ideológico. En el Ecuador las constantes crisis estructurales han conformado una clase media indecisa, con escasa formación política, pero que en el tiempo actual apoya a la propuesta de la Revolución Ciudadana junto a sectores populares, pero en los cinco últimos años, sectores de esta clase se distancian de los cambios porque han mejorado sus condiciones de vida, pero una vez alcanzado un grado de bienestar, su evolución política comienza a detenerse, fluctúa hacia el conservadurismo y teme una radicalización. Esto sucede porque miles salen de la pobreza y disputan los espacios “tradicionales” de la clase media.
Así lo ciudadano y lo popular pueden llegar a confrontarse respecto de hasta dónde avanzar con las transformaciones. En Ecuador poco se ha discutido sobre qué clase media queremos: mercantilista o solidaria, concentrada en el consumo-crédito o en la producción de conocimiento y tecnología, o una clase media atravesada por lo popular que refunde no solo el Estado, sino la nación ecuatoriana.