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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Los barrabravas no son la Argentina

22 de mayo de 2015

Los barrabravas del escándalo en el Boca-River son argentinos, pero no todos los argentinos somos barrabravas. Y mucho menos aún la condición política de la Argentina actual se mide por la acción de estos inadaptados, protegidos por una amplia telaraña de directivos del club boquense, así como por la Asociación de Fútbol del país.

Apenas se advirtió la grave agresión a los futbolistas de River, aparecieron cientos de improvisados ‘comentaristas’ -los más de ellos sin el más básico conocimiento de fútbol- intentando usar políticamente la situación contra el Gobierno nacional. Como este tenía poco o nada que ver (a lo sumo podría señalarse una remota responsabilidad en cuanto a la seguridad externa al campo de juego, pues la interna es mayormente del club), se comenzó a lanzar en medios hegemónicos la monserga de “los argentinos así estamos”, “esto es una muestra de cómo está el país”, y parecidas e intencionadas expresiones.

Esta curiosa erección de los barrabravas en concreción ‘histórico-universal’ de la argentinidad (noción a la que no puede negarse curiosos resabios hegelianos, de los que sus autores no tienen conciencia), no reviste la más mínima validez. La gran mayoría de los habitantes de la Argentina nada tiene que ver con lo allí ocurrido. El fútbol no es ‘expresión’ del conjunto de la sociedad, sino concreción de una de sus partes específicas. En el fútbol no se sintetiza la cultura nacional; menos aún en ese singular espacio de lo futbolero -el peor de todos- que ocupan los barrabravas.

Así también se disimuló la responsabilidad de la directiva del club argentino, obviamente ligada al candidato derechista Macri. Este mismo salió a perorar, con sus ya muy reconocidas limitaciones intelectuales, sobre fútbol y sociedad, para así ocultar bajo la alfombra lo que hace al club boquense, del cual fue presidente por largo tiempo. Las relaciones entre el macrismo y el equipo de Boca continúan a la fecha, y llegan a los extremos de que un conocido fiscal en el Poder Judicial -de obvio comportamiento opositor al actual Gobierno- como es Carlos Stornelli, ha sido no hace mucho tiempo jefe de seguridad del club, manteniendo cercanas tratativas con los jefes de la barra brava del equipo.

Corresponde no seguir aprovechando cualquier ocasión para atacar al Gobierno argentino, igual que se ataca al boliviano, el ecuatoriano, el venezolano o el brasileño. Aunque es cierto: si haces gobierno para los de abajo te agredirán los de arriba, se trata de una ley de hierro. En Argentina hasta vimos el papelón que hacía una conocidísima locutora del canal América, que hablaba de lo mal que estamos los argentinos por lo ocurrido en la cancha, cuando a la vez había confundido dos videos diferentes sobre la situación, con lo cual mostraba desinformación absoluta sobre aquello de lo que quería opinar. Pero no importa: el ‘hablemos sin saber’ forma parte decisiva de estas vulgatas opositoras. Así como el ‘miénteme, que me gusta’: solo por un sector social que está dispuesto a tolerar y aplaudir falsedades, siempre que ellas vayan contra gobiernos populares, pueden sostenerse niveles de distorsión de la información masiva como los que hoy puede advertirse -y no solo allí- en los medios opositores de la República Argentina. (O)

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