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El Telégrafo
Karla Morales

Libros y botines

14 de septiembre de 2014

Intenté revisar el reglamento de la FEF y lamentablemente en tiempos de revolución 2.0 no lo encontré en la página web de la institución, que dicho sea de paso debería declarársela en estado de emergencia y dedicársele mayor empeño. iVamos! No saldría ni tan caro.

La idea de obtener el reglamento surgió porque -sin temor a equivocarme- estoy convencida de que el concepto de formación de los jugadores se limita a entrenarlos, sacarles el mejor rendimiento, hacerlos cotizables, ‘rankearlos’ y venderlos. Poco o nada se hace respecto de su intelecto y sus intereses académicos. Seguro me dirán que eso depende de cada club. Se equivocan. Depende directamente de que se regulen estos derechos como una obligación de las dirigencias y no como una mera opción que algún club ofrece (para el que este interesado).

¿Acaso ustedes creen que el rendimiento está únicamente ligado al consumo de energizantes y concentraciones prolongadas? Aquí es necesario hacer comparaciones. El fútbol europeo, el argentino y el uruguayo (por citar algunos ejemplos) han alcanzado un desarrollo sorprendente en el nivel de sus jugadores y dicho desarrollo no se debe solo a un exclusivo enfoque de lo físico y táctico; se debe a que han integrado a su formación individual los libros. Los jugadores reciben una oportunidad académica que garantiza su crecimiento intelectual y, por ende, tiende a motivar un desarrollo integral de los individuos. No me digan que pensaron lo previsible: “Brasil tiene grandes jugadores y no ha implementado aulas en los estadios”. Les recuerdo que no somos Brasil y su calidad en goleadores va de la mano con su demografía, ellos tienen una población que les permite escoger. Nosotros no.

En consecuencia, si se han creado comisiones para todo, ¿qué tal crear una que ‘estudie el estudio’ y establezca mecanismos y normas que brinden a los jugadores un mejor futuro cuando -por cualquier motivo- dejen las canchas? Esto no quiere decir que mientras juegan de nada les sirve la educación. Al contrario, habla muy bien de un equipo la calidad intelectual de sus elementos. Es más, a modo de consejo, debería volverse el juego un asunto meritorio. Emparejar el excelente rendimiento futbolístico con el académico. Así, podrían implementarse figuras como la europea: los de las inferiores para ascender a primera división deben a la par cursar estudios superiores (o del nivel pertinente, según la situación del jugador).

¿No creen que la estrella de Kaviedes habría brillado con más fuerza si se le hubiesen brindado más opciones? Piensen en Armando Paredes, el ‘Cuchillo’, Fajardo y en los demás jugadores ecuatorianos que luego de aportarle tanto al fútbol nacional han terminado sus días quebrados, en vicios, con trabajos mal remunerados o en alguna esquina generando lástima. Todo porque no supieron invertir el dinero que ganaron. Todo porque los dueños del fútbol los cosificaron y olvidaron que representar sus derechos también es brindarles el acceso a un crecimiento individual integral.

Si quieren me pongo ejemplificadora. Imagínense el nivel que Fajardo habría alcanzado si se le hubiese ayudado a pulir más su talento como DT. Solo evalúen el espumeante crecimiento que tuvo el River de su mano y elévenlo a la cuarta potencia si tan solo dentro de sus derechos como jugador se le contemplaba el acceso a aulas. Imaginen la realidad de algunos jugadores cuyos clubes no les pagan. Podrían generarse ingresos paralelos y no tener que vivir en la sede de entrenamiento y enviar a su familia a otra ciudad porque no puede mantenerla, como sucede en un club de la ciudad de Quito.

Botines y libros. Ambos caben en un bolso y se complementan. Debería ser obligatorio fomentar el acceso a un derecho humano (la educación) y garantizar la implementación de mecanismos que aseguren una homogeneización en las oportunidades de los futbolistas, tendiendo a propiciar un desarrollo integral de los jugadores que no solo les brinde mayores oportunidades en las canchas sino que, además, los convierta en seres humanos competitivos, dentro y fuera de ellas.

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