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El Telégrafo
Luis Rosero

La tragedia griega (IV)

21 de septiembre de 2015

El tercer rescate griego, que impone una política de ajuste y reformas estructurales muy duras para la población, ha significado -a pesar del rechazo de la mayoría de la población, manifestado en el referéndum- un costo político para Tsipras, primer ministro, del partido Syriza. Presentó su renuncia después de haber recibido el primer tramo del crédito del tercer rescate, por 26.000 millones de euros, que sirvió para pagar los créditos al BCE y FMI.

La inadecuada negociación, antes del rescate, y el agravamiento de las condiciones macroeconómicas por la salida de capitales, retiro de depósitos, feriado bancario, ‘corralito’ y el propio referéndum crearon un clima de desconfianza y una situación financiera crítica de la que se aprovechó la ‘troika’ para imponer un paquete económico draconiano. La condicionalidad del rescate era de aceptar todo el paquete de medidas o no habría acuerdo, por lo tanto no se recibirían recursos frescos. Grecia no tenía opción. O aceptaba el rescate o salía de la UE y el euro, lo que hubiera significado un desastre para su economía.

Tsipras, cuando ganó las elecciones, recibió un país con una severa crisis generada por la irresponsabilidad de los políticos que endeudaron al país, aumentaron el tamaño del sector público, dieron muchos beneficios y subsidios a  burócratas y población a lo que se suma la corrupción. El resultado fue la quiebra del país. Los responsables: la derecha, la socialdemocracia, los bancos y los políticos corruptos siguen campantes, aunque con el rechazo de la población.

Tsipras se jugó su futuro político. El ala radical de Syriza votó en contra de las medidas del rescate, haciéndole perder la mayoría en el Congreso y, más aún, se separaron del partido y formaron su propio movimiento. Se debe realizar una nueva elección para elegir nuevo gobierno, incidiendo la desilusión por el giro de Tsipras al aceptar el acuerdo y los indecisos.

Las medidas del tercer rescate implicarán un ajuste de alrededor del 5% del PIB y aumentará aún más la deuda. Los griegos, por lo menos un quinquenio más, tendrán que ajustarse más los cinturones. El recorte de las pensiones y aumento de la edad de jubilación, alza de impuestos y las privatizaciones significan que el peso de la crisis no la van a pagar sus causantes, sino la población.

Si bien las medidas tratan de reducir desequilibrios y enfrentar problemas estructurales, se busca, con la formación de un fondo, administrado por un fideicomiso, con los ingresos por la venta de empresas públicas, pagar principalmente la deuda, como el Feirep que tuvo nuestro país. Los principales acreedores son el Fondo Europeo de Rescate (mayores aportantes son Alemania, Francia e Italia), los gobiernos europeos, el BCE, FMI y bancos privados alemanes y franceses. Busca asegurar el pago de la deuda, a pesar de que el propio FMI sugirió una rebaja de la misma. Tsipras tiene posibilidades de ganar y de formar un nuevo gobierno, pero el ajuste pesará y continuará la crisis humanitaria, agravada por la llegada de inmigrantes. Seguirán los tiempos difíciles. (O)

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