En el campo de la salud se dan pasos consistentes en la integración subregional. Los primeros del inicial Convenio Hipólito Unanue y la Reunión de Ministros de Salud del Área Andina (Remsa) se transformaron en el Organismo Regional Andino de Salud (ORAS), con sede en Lima, hoy en manos de la ejecutiva exministra de salud ecuatoriana Caroline Chang. Un proceso similar ha seguido el Mercosur.
En el contexto sudamericano la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), con sede en Quito, se inició con el Comité de Salud constituido por sus ministros, teniendo al Instituto Suramericano de Gobierno en Salud (Isags), con sede en Brasilia, como su organismo ejecutivo científico técnico. En el futuro se espera que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) sea el nivel más amplio e integrador de la Patria Grande o Abya Yala. La integración avanza con paso lento debido seguramente a las dificultades de articular todos esos organismos.
En el amplio campo de la medicina se dan regularmente programas de cooperación, como los ejemplos del apoyo entre países en momentos de epidemias y catástrofes, los de intervenciones quirúrgicas oculares y la ayuda de médicos cubanos para los sitios más alejados de países a donde los médicos locales no quieren ir, o los controles para evitar los abusos de casas farmacéuticas que venden a precios exorbitantes sus productos, sin más argumentos que sus ganancias. O la fabricación de vacunas, medicamentos o equipos propios a precios justos.
La cobertura integral de salud, sin costo directo para el usuario, como el caso de Cuba, Brasil, Ecuador, y los países caribeños de habla inglesa, son ejemplos a seguir. Allí el Estado asume la responsabilidad del sistema universal y gratuito. La integración en este marco cobra un nuevo sentido.
Pero no es solo en el campo de la medicina y de las crisis en donde debe darse la cooperación sino en los tiempos de paz y en torno al innovador concepto de ‘salud’. Más allá de la curación de la enfermedad, en manos de la medicina está la promoción de la salud como óptima calidad de vida, sustentada en la satisfacción de las necesidades humanas, objetivas del cuerpo (metabolismo, sexualidad, vida de relación o trabajo) y subjetivas de la mente (pensamiento, vida afectiva, libertad, identidad, protección) y las posibilidades de creación y recreación, así como los servicios generales (agua, electricidad, comunicaciones) y sociales (salud, educación, vivienda, bienestar social) en manos del Estado.
Más allá de la curación de la enfermedad, en manos de la medicina está la promoción de la salud como óptima calidad de vida, sustentada en la satisfacción de necesidades humanas.