Como política de Estado, es el caso de Cuba, todas las personas reciben educación partiendo de las aptitudes reales que cada quien tiene, independientemente de sus discapacidades y enfermedades. Merece citarse a Willy García Nodarse:
“He tenido el privilegio de trabajar como profesor con la tiza en la mano en secundaria básica, en escuelas formadoras de técnicos medios en diferentes especialidades, en cursos para trabajadores, en preuniversitarios, en universidades como profesor adjunto, y en educación especial con estudiantes de nivel preuniversitario. En todas he trabajado con pasión, a tal punto que las recuerdo a todas con gran satisfacción. Mi mayor orgullo es que he dejado en todos ellos una huella en su corazón, en su conciencia y en su forma de actuar. Esa es mi mayor medalla (...). Porque cuando trabajé con los estudiantes discapacitados físicamente en un preuniversitario especial, ellos me hicieron un mejor profesor metodológicamente y más humano (...). Expongo a continuación algunas de sus enfermedades: hidrocefalia, enfermedad de Hodgkin, malformaciones congénitas, lupus eritematoso, ciegos, débiles visuales, enfermedad de Reiter, síndrome de Marfan, hipoacúsicos, artrogriposis múltiple, ciclemia, luxación en ambas caderas, glaucoma, malformación de extremidades inferiores o superiores, epilepsia, apnea del sueño, hipoplasia renal, parálisis espiral permanente, tumor de Wilms, estenosis esofágica, leucemia, síndrome de Kilber, entre otras. Piense por un momento que tiene en un aula solamente tres ciegos, un débil visual que para escribir tiene que pegar la nariz en la hoja, una estudiante hipoacúsica, otra con artrogriposis múltiple, una con ausencia de extremidades inferiores. Les he mencionado los que tienen una enfermedad visible, aunque en los que peor de salud estaban, los males no eran visibles. Esto que expongo no es ciencia ficción”.
El reto es hacer lo que se anhela, llegar al límite de las aptitudes y ser felices. (O)
