Publicidad

Ecuador, 04 de Agosto de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
+593 98 777 7778
El Telégrafo
Ecuado TV
Pública FM
Ecuado TV
Pública FM

Publicidad

Carolina Lanas

La memoria de la vaca

21 de abril de 2018

Pocas veces nos acordamos de dónde venimos, cómo aprendimos y lo que fuimos. Tan poco lo recordamos que somos capaces de juzgar a los que están pasando por lo que nosotros pasamos, haciendo lo que nosotros hicimos. La experiencia nos puede hacer más sabios, pero también puede volvernos más soberbios y arrogantes.

A menudo escucho a los adultos cuestionar las actitudes de los más jóvenes: el desorden de los niños, los portazos de los adolescentes, los sueños de los recién graduados y el cansancio de los empleados primerizos. Veo a profesionales burlándose de las personas que actualmente ocupan los cargos donde ellos empezaron su largo y exitoso camino.

Solemos criticar a la gente que en sus relaciones de pareja cometen los mismos errores que nosotros alguna vez cometimos.

Cuestionamos a los que toman las malas decisiones que nosotros tomamos. Nos negamos a comprender y tolerar las actitudes de los que actúan como nosotros lo hicimos en la misma situación. Y aunque no siempre lo hacemos con mala intención, siempre incomoda.

Muchas veces no recordamos lo difícil que alguna situación pudo haber sido (un error, la pobreza o un accidente) y nos dedicamos a criticar como si haber pasado por algo así involuntariamente nos hubiera hecho más valiosos que los que recién empiezan su tortuoso y duro camino.

Somos adultos (muchos con hijos) que olvidamos que alguna vez fuimos niños tercos, desordenados, que peleábamos con nuestros hermanos; y que también fuimos adolescentes incomprensibles, que nos arriesgamos por un amor que no valió la pena, que lloramos sin consuelo porque nos rompieron el corazón, que nos aislábamos y luchábamos con uñas y dientes por nuestra “privacidad”.

Nos olvidamos que todo lo que somos es resultado de nuestras propias experiencias, no de las ajenas, y peor aún, pretendemos que los demás no tengan las experiencias y sepan lo que nosotros sabemos. Al parecer, es más fácil mirar cerca y por debajo del hombro que mirar atrás y recordar. Bien dice el dicho: “La vaca se olvida de que fue ternera”. (O)

Publicidad Externa