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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

La masacre de Orlando, Florida

16 de junio de 2016 - 00:00

Omar Mateen, joven psicópata estadounidense, en la madrugada del pasado domingo mató a 49 personas e hirió a otras 53 en una popular discoteca gay de Orlando, ciudad muy conocida por ser la sede de Disneylandia. Uno se pregunta: ¿Es esto lo que es el mundo? Algunos nos podrán decir que estos eventos son de un tipo de guerra moderna y que es inevitable en el ser humano. Después de todo, estos arranques de odio y locura son tan viejos como la existencia misma.  Pero al mismo tiempo, se levanta un clamor mundial que dice nunca más, y sin embargo ocurre una y otra y otra vez. Y siempre alcanzamos a ver lo peor de lo que los seres humanos somos capaces de hacernos unos a otros.  He llegado a entender que hay aspectos de este problema que todos nosotros, que compartimos un espacio en este planeta, debemos cambiarlos, no a través de la fuerza o coerción o invasión, sino simplemente mirando las opciones que están disponibles para elegir aquellas que están a favor de la paz y en contra de la guerra, en lugar de preferir la guerra en contra de la paz.

Veamos de lo que se trata. Hay por lo menos 800 millones de armas ligeras y cortas en circulación en el mundo hoy día. La mayor parte de civiles que mueren en las zonas de guerra (nuestro vecino Colombia es una de las zonas de guerra) mueren en manos de grupos armados que se soportan en un casi infinito abastecimiento de armas baratas, fáciles de manejar y muy eficientes para violar, amenazar, intimidar y brutalizar a los civiles en todas las regiones en conflicto. ¿Cuán baratas son estas armas? En algunas partes ustedes pueden comprar un rifle AK-47 por diez dólares. Es más fácil conseguir un fusil automático que una botella con agua potable.

Es horrorosa la matanza en Orlando, pero en todos los países que están en guerra en el mundo hay más de 40 millones de personas que han muerto o fueron desplazadas como resultado de la violencia, especialmente en países pobres del hemisferio sur; mientras que los 20 más grandes exportadores de armas están en el hemisferio norte, en el occidente. Y si bien es noticia el masivo tiroteo en la Florida, la mayor parte de la gente que muere en las guerras vive en países pobres, pero son la gente de países ricos quienes se lucran de este comercio de armas. Más aún, 80% de todas las armas que se venden en el mundo vienen de los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de Alemania. ¡Eso es impactante¡

Se dice que las armas son un efecto de la violencia y que son necesarias para mantener la ley y el orden, pero la realidad es que desde que se inició la guerra contra el terrorismo hace unos 15 años, el comercio de armas cortas ha crecido en forma espectacular, como también el número de gente que ha muerto como consecuencia directa de estos conflictos.

El problema que nos compete a todos radica en que el gasto en guerras por persona en el mundo es de $249, unas doce veces más que lo que se invierte en ayuda internacional, dinero que es usado para educar, vacunar y combatir la malnutrición infantil en los países pobres. La única manera de cambiar esta relación es darnos cuenta de que hay que establecer una racionalización de la oferta y demanda de armamento en nuestro querido planeta Tierra. (O)

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