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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

La manada acecha

05 de mayo de 2018 - 00:00

El comportamiento animal de vida en manadas, en lobos, por ejemplo, ha probado tener algunas ventajas reproductivas. Ahora bien, que el ser humano varón -que se supone evolucionado- pretenda continuar con un comportamiento sexual en manada, con el uso sistemático de violencia y prácticas de exhibición de su “trofeo” -videos de la violación- ¿significaría que aún no ha evolucionado del todo y/o que sus instintos le sobrepasan?

Un grupo de jóvenes sevillanos, que actuaban bajo este mismísimo nombre de “la manada”, realizaron una violación múltiple a una chica en las festividades de Pamplona. Como hemos visto, la sentencia contra ellos fue por abuso sexual, pero no por violación. Ellos dijeron que la muchacha consintió; ella, en contraposición, ha afirmado que fue una violación, los jueces creyeron a la manada y no a ella. Se han levantado nuevas denuncias contra este grupo de víctimas que se atrevieron a hablar. Este caso ha despertado la indignación, tanto en España como en otros países, pues muestra la miseria de la justicia patriarcal.

Otra manada se ha desplegado violentamente en Chile, allí una mujer acaba de ser violada, en grupo, en las inmediaciones del metro, cuando aficionados salían de un partido de fútbol. En Ecuador los violadores, últimamente, andan más solitarios, pero no por ello son menos peligrosos, al contrario, tenemos numerosos casos en los cuales las violaciones terminan en muerte de mujeres. Esto mismo es lo que quiso evitar la chica violada por la manada en España, la muerte; por ello “deseó que terminara lo más pronto”, es lo que señala en sus declaraciones.

Por no oponer resistencia frente a cinco hombres que la penetraban por todas partes, los violadores solo fueron condenados por abuso sexual. Se ve que la justicia quiere tener el desenlace final, la muerte, para dar sentencias contundentes. En el país no olvidamos el caso de Karina del Pozo, violada y asesinada en 2013 por un grupo de chicos, quienes eran sus amigos y, supuestamente, la iban a dejar en su casa luego de una fiesta. No fue así, los femicidas quisieron demostrar “cómo se mata a una puta”, según sus propias declaraciones: primero la violaron, luego la estrangularon y le golpearon con una piedra en la cabeza.

Justificar las violaciones, en solitario o en manada, por la testosterona masculina significa remitirse a un argumento biologicista que termina absolviendo al responsable, que es lo que la teoría del género ataca. Los hombres violan porque, en un sistema patriarcal como el que vivimos, tienen poder para hacerlo. (O)

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