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Especialmente en época de elecciones aparecen candidatos que dicen ser de izquierda, aunque sus inclinaciones, acciones y discursos los desmienten. Suele explicarse que el origen de la izquierda y derecha políticas es la Revolución Francesa, por la ubicación que tomaban los nobles y la aristocracia a la derecha del presidente de la asamblea y, la burguesía a su izquierda; 230 años después, el tema importa y tiene vigencia.
Recordemos que, con matices según la época, sociedad e ideología del gobierno de turno, la izquierda demanda mayor intervención estatal en la economía; la derecha, por su parte, exige una economía con mínimas interferencias; la izquierda piensa en clave común, social y solidaria, enfatiza en la democracia e igualdad; mientras que la derecha auspicia el individualismo, la empresa, y la libertad personal; en ambos sectores -eso sí, entrelazados fuertemente-, es factible ubicar variantes y combinaciones diversas, incluso regímenes fascistas y ladrones.
Contemporáneamente, la izquierda ha de colocar en el centro de la escena al ser humano, por esto, la economía tendrá “alma social”; también impulsará la igualdad y equidad de género; respetará el pluralismo y las diversidades; fomentará la inclusión, el uso racional de los recursos naturales y la mitigación del cambio climático; privilegiará la salud y la educación; moldeará así al Estado como instancia protectora que brinda seguridad ante la incertidumbre del mundo actual.
En la lid electoral hay candidatos que se dicen de izquierda, pero algunos mienten; para granjearse el apoyo popular engañan y ofrecen dádivas indignas que rayan hasta en lo ilegal; padecen desmemoria selectiva cuando de hablar de abuso y corrupción se trata; son adictos a romper las reglas; admiran el totalitarismo y sus cultores.
Cuidado con la audacia de ciertos personajes políticos; separemos la paja del grano y votemos cívicamente, con plena conciencia de lo que conviene para nuestro futuro.