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Se debe entender que seguridad ciudadana no es la Policía, peor aún las Fuerzas Armadas. Sin duda las entidades de seguridad juegan un papel fundamental en la protección de la gente y de sus propiedades. Pero, no necesariamente, las políticas sociales para mitigar la inseguridad ciudadana deben estar bajo el liderazgo de oficiales de las Fuerzas Públicas.
Cada barrio o sector de la ciudad tiene características propias, es decir que las causas de la delincuencia pueden diferir de acuerdo a la localidad. Con certeza hay patrones que se repiten, es muy importante conocer experiencias aplicadas en otras ciudades que han tenido éxito en el combate contra la delincuencia, evaluarlas y adaptarlas a la realidad local.
En el Ecuador existen más de cien mil efectivos de las Fuerzas Públicas, entre policías y militares (tres ramas de las FFAA), y según información por confirmar, existirían más de cien mil guardias privados y si a estos números le añadimos la tecnología aplicada a la protección, los ecuatorianos deberían ser ciudadanos súper seguros. Y no es así.
Un paso para atrás, los ecuatorianos no conocían de “sicariato”, el país se convirtió en un centro de distribución de drogas, todos los días la prensa informa de robos, secuestros y violaciones, la percepción de miedo es muy alta.
La seguridad pública debe ser abordada desde el Estado y debe involucrarse la ciudadanía, sin embargo, no se conoce si desde el gobierno central y desde los gobiernos locales existen políticas públicas, programas o acciones para enfrentar las causas de los delitos.
En cuanto a políticas de seguridad ciudadana, existen experiencias positivas en Latinoamérica, sería valioso para la sociedad que, desde los municipios y prefecturas, se evalúen estas experiencias y si es del caso se adapten y apliquen en los sectores más necesitados de orden y seguridad, eso ya sería un gran paso.
La seguridad ciudadana va más allá de uniformes, pistolas y estrategias de guerra, se logra con la intervención creativa municipal, provincial y de la gente. En la incomprensión de las autoridades es en donde está la falla.