¿Le ha pasado que se le tornó difícil salirse de algún grupo de Whatsapp? Y es así que usted es parte de varios grupos, que incluso pueden resultar molestos, nada productivos y hasta vulgares, de los cuales no puede librarse so pena de que los otros se “resientan”. Claramente si sigue en un lugar donde no quiere estar, usted se está traicionando, más que todo mintiéndose a sí mismo. Estamos convencidos mentirosamente que complacer a los demás es el gol de la vida y así es como también suscribimos a lo que dice la opinión pública más popular y la políticamente correcta, además como estrategia para ganar más “me gusta” en las redes sociales.
Llega un momento cuando hemos cedido tanto que, a un punto determinado, es difícil dar marchar atrás. De aquello será mejor tener cuidado, porque es posible llegar a un extremo donde acabaríamos haciendo cosas terribles. Por eso me gustaría llamar a esta posición cínica y deshonesta con el propio ser y con los demás, como la filosofía del inútil. La filosofía del inútil es, en primera instancia, no atreverse a decir que “no”.
El que no sabe decir que no terminará haciendo lo que los otros desean. Sin embargo, es correcto señalarlo, nuestra sociedad bella ecuatoriana machista, endémicamente manipuladora a través de la “sabiduría popular” y corruptoide, no acepta los “no” como respuesta. Recuerden que los “no” de una mujer hacia un hombre se los entiende como si fueran chiste; o si alguien nos pide algo y decimos el “no” es tomado como una afrenta; o cómo olvidar lo difícil que es negarnos a aceptar o dar un soborno.
¿Cómo se aprende a decir que no? Bueno, esa es una tarea que les dejo, caros lectores. Puedo darles una posible salida: mediante psicoanálisis o después de una vida de escarmientos. Qué les diré, cambiar la filosofía del inútil tiene su costo.
No decir “no” es faltarse a los propios principios, si es que se los tiene. No debería ponerse en juego, ni siquiera para ganar una campaña presidencial, diciendo “sí” a todas las estrategias políticas vulgares como grupos de Whatsapp, para complacer a otros de algo que es falso. (O)
