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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿La gramática política de Nebot se hace con faltas ortográficas?

12 de octubre de 2014

Por qué Jaime Nebot se activó, se preguntan algunos de sus admiradores. Si todo indicaba que estaba de retirada, que haría su última alcaldía lo más ‘light’ posible. tanto que sus concejales elegidos no fueron ni siquiera tan ‘filtrados’ y, sobre todo, su propio partido o movimiento no ha crecido más allá de lo que estaba previsto.

Nadie duda de que a Nebot le cabe el dicho que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Y le acompaña la ventaja de que sus antes ultra y ácidos críticos en determinados diarios se hacen de la vista gorda con sus errores y su administración municipal. De hecho, esos supuestos críticos abonan más en el vértigo asumido por el Alcalde guayaquileño al olvidar que buena parte de la partidocracia (con todos sus males) estuvo sustentada en la práctica socialcristiana de la que Nebot era uno de sus pilares fundamentales.

La pregunta que ronda en estos días es qué gramática ejerce en la política ecuatoriana el líder de una parte de la derecha, que hace oposición con muchas más agallas que responsabilidades públicas. ¿Sintoniza con la gramática de su propia militancia? ¿Se están leyendo mutuamente? ¿Por eso hace ‘populismo’ al provocar una consulta oral en plenos festejos de Guayaquil y con ello legitima su postura ante el problema del tránsito y las competencias no asumidas? ¿Dirán algo de este gesto que, ejercido por otro político, constituiría la mayor afrenta para el moralismo democrático con el que escriben los editorialistas de la prensa comercial?

Aventuro a decir que la lectura que hace Nebot del momento político es la misma de hace seis años cuando quiso forzar un quiebre a los postulados fundamentales de la Constituyente sobre los gobiernos locales y la descentralización. O cuando defendía una autonomía para su ciudad sin que haya un solo signo de atentarla o menoscabarla porque efectivamente no había ningún signo en ese sentido. Pero también la hace porque ahora hay otra figura que le disputa su hegemonía en su propio terreno. El excandidato de CREO salta a la cancha de la oposición cada vez más, con otros argumentos y hasta estilo, y eso parece que a algunos de los allegados a Nebot -y a él mismo- les produce ronchas.

Pero también porque hay otra realidad, que podría ocupar otra columna de estas: la derecha ha sido obligada a ‘renegociar’ el consenso social con el país. Ahora tiene un tinte progresista, habla de derechos y ciudadanía, participación e inclusión, de vivir mejor (no de vivir bien) y tiene que ‘mojarse el poncho’ (subiendo al frío de Guaranda) para hablar con esos alcaldes que le miran como su escudo y blindaje para futuras acciones proselitistas. Y sobre todo exacerba la palabra libertad (aunque uno de sus acólitos más fanáticos la use con los peores epítetos y con un peso hepático insospechado para sus formalidades y supuestas buenas costumbres), aunque la palabra no coincida necesariamente con el concepto más arraigado en Ecuador.

Esa derecha está en plena recomposición y cuenta con el apoyo de unos editorialistas muy serviciales, unos medios bastante generosos y acríticos, pero sobre todo con una insospechada apertura empresarial para fabricar escenarios e imaginarios que ponen como paradigmas ‘salvar’ la dolarización, defender al Estado (porque supuestamente Correa lo ha quebrado por el ‘inmenso’ gasto público) y construir la necesidad de que sea la empresa privada la salvadora de una crisis por la ‘pésima administración gubernamental’.

Nebot sabe que un paso en falso en su operación política es el cierre pernicioso de una etapa exitosa como alcalde (no como político con presencia e incidencia nacional) para disputar a un proyecto político que hundió a su partido.

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