Sabido es que, superado el matriarcado, existente en la sociedad primitiva, en el que la mujer tenía la dirección no solo del hogar, sino de toda la sociedad, consecuentemente muy apreciada, en un largo proceso de desarrollo, el régimen pasó al siguiente, al esclavista. En este, la mujer, esposa, madre o hija, por imposición de las normas religiosas y de los preceptos legales, se convirtió en la esclava principal, iniciándose el más largo y cruel de los sometimientos conocidos en la historia.
El cristianismo, nacido en esta etapa, estableció principios, como los de la subordinación de la mujer al hombre, la indisolubilidad del matrimonio, la castidad, la obediencia al marido, los cuales trazaron líneas de conducta tendientes a hacer de ella una personalidad sumisa, que temerosa de Dios cumpla con sus obligaciones espirituales y materiales. El capitalismo, si bien la arrancó del hogar, no fue para liberarla, sino para explotarla.
Hasta finales del siglo XIX, las mujeres carecían de los derechos fundamentales y el matrimonio era su objetivo. Situación que, con muy pocas excepciones, se prolongó hasta la Segunda Guerra Mundial, la cual la lanzó a la lucha contra el nazismo, y posteriormente, a la reconstrucción de los países destruidos.
Cuando visitamos la Unión Soviética y los países socialistas, en la década del 60, conocimos muchas mujeres militares, luciendo orgullosas sus condecoraciones de ‘Heroínas de la guerra’. La participación de las mujeres en la misma fue muy activa, en diferentes frentes. Como lo es hoy, en la lucha por la paz.
Efectivamente, al finalizar la guerra, las mujeres comprometidas con la paz, muchas de ellas sobrevivientes de los bombardeos, se convocaron en París, el 26 de noviembre de 1945, para celebrar el Primer Congreso Mundial de Mujeres por la Paz, que constituyó el origen de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM). Su primera presidenta fue la francesa Eugenie Cotton, destacada personalidad científica y humanista. Al mismo asistieron llevando la voz de las ecuatorianas, la indígena Dolores Cacuango y la activista social Nela Martínez.
En septiembre de 2003, invitada por la FDIM, asistimos al ll Encuentro Internacional de Solidaridad con Venezuela. Ocasión que aprovechamos para entrevistar personalmente en Caracas a la argentina Fanny Edelman, su exsecretaria general. Nos narró algunas de sus vivencias por llevar a la práctica los derechos de las mujeres y de los niños, la defensa de las libertades democráticas y por la paz y el desarme universal. Fue la organización que propuso proclamar el año 1975 Año Internacional de la Mujer y 1976-85 Decenio de la Mujer. Así como el Día del Niño, el 1 de junio, desde 1950, en su congreso de 1949 en París.
A la fecha, la FDIM es un organismo especializado de las Naciones Unidas, constituido por más de 120 países. Durante sus 70 años de vida ha sido la organización femenina mundial que más ha aportado a la lucha antiimperialista.
Hoy, que la humanidad vive una época de confrontación y de liberación, y que su destino está en juego, el papel de la FDIM se hace más trascendental.
Los festejos por su nacimiento tendrán lugar a fines de este mes en La Habana.
¡Felicitaciones, queridas amigas y compañeras! (O)