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El Telégrafo
Ketty RomoLeroux G.

La esperanza se puso de pie

21 de abril de 2016

Recordemos que con el gobierno del comandante Hugo Chávez en  Venezuela,  iniciado en 1999, comienza una nueva etapa histórica en nuestra América Latina. La de la ruptura con el neoliberalismo, que la arruinó en las décadas de los 80-90. Abriendo el camino para el surgimiento de gobiernos progresistas en la región: Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Uruguay. Así como el de la integración regional (Alba-Unasur-Celac), demostrando el afán del continente de liberarse del dominio norteamericano.

Nadie puede discutir que en aquellos países, acorde con sus condiciones económicas-sociales específicas, se ha logrado grandes mejoras para la población, principalmente de los sectores más necesitados. En el caso específico de Venezuela, en los 17 años de su proceso revolucionario ha reducido la extrema pobreza, la desigualdad social y ha elevado la participación ciudadana en los asuntos del Estado. Sin embargo, hoy está pasando por un período muy difícil, resultado no solo por la rebaja del precio del petróleo, sino de la guerra económica que llevan contra su gobierno, el de EE.UU., la gran oligarquía nacional, así como el papel decisivo que juegan las redes sociales y los grandes medios internacionales y nacionales de comunicación, que a través de la guerra mediática incentivan el golpismo.

Mas, la política de Obama hacia Venezuela no sorprende. Encaja dentro de una tradición, compartida tanto por los gobiernos demócratas como por los republicanos. El ejemplo más palpable lo tenemos con la Revolución Cubana. Apenas tres semanas de caer el tirano Fulgencio Batista, el 22 de enero de 1959, ya se hablaba de un posible bloqueo a la isla. De aquí en adelante la guerra económica y las acciones violentas fueron una regularidad durante cincuenta y cinco años que ha resistido al bloqueo. Hoy con toda su dignidad ha iniciado nuevas relaciones.

Y es precisamente con la solidaridad cubana que Venezuela ha impulsado su economía productiva, movida actualmente por ‘catorce motores’ en las áreas de la salud, la educación y la agricultura. En lo político, Obama ratificó el decreto dictado en marzo del año pasado, con el que declara a Venezuela una amenaza para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos. Y, como si fuera poco, la mayoría opositora de la Asamblea Nacional aprobó la Ley de Amnistía, que deja en la impunidad a los promotores de la violencia, especialmente a los jefes de los disturbios sangrientos, conocidos como ‘guarimbas’, en febrero de 2014, rechazadas por grandes sectores populares. A lo que se agrega la sequía que azota a la nación. También otros gobiernos progresistas sufren la arremetida imperialista. Argentina, Bolivia y Brasil son claros ejemplos.

Mas, en medio de limitaciones económicas, de amenazas y presiones, el pasado 30 de marzo, desde Caracas, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Gobierno de Colombia anunciaron el inicio de los diálogos de paz. Sumándose así a los que se siguen en La Habana con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para poner fin a un conflicto armado que dura más de medio siglo de lucha. Y en  el que un puñado de paramilitares y sectores de la ultraderecha, poseedores de grandes empresas de armas, con siete bases militares y una agencia de la OTAN, se oponen a su finalización en un país cada vez más pobre y socialmente más desigual.

Ojalá que paulatinamente se superen los factores negativos de un conflicto bélico, en el que han ofrendado su vida miles de colombianos por un futuro mejor. (O)

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