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El Telégrafo
Alfredo Vera

La esclavitud de la mentira

23 de septiembre de 2014

Los seres humanos que utilizan las palabras escritas o verbales para transmitir conocimientos a terceros no deben  mentir, puesto que nadie puede calcular hasta dónde puede ser grave la consecuencia de no decir la verdad. Y deben tener enorme cuidado, no solo porque es peligroso, como comer pescado sin controlar las espinas, sino porque, además, algún día no muy lejano se podrá exigir que se aplique la Ley de Comunicación para castigar a los que deliberadamente mienten al informar a los demás.

En estos últimos días varias autoridades han salido en algunos medios de comunicación a desenmascarar y aprovechar la oportunidad de acceder a medios de comunicación, que se solazan cobijando a los que falsean con impudicia la verdad.

Y, claro, de una mentira tienen que pasar a otra y a otra, y ya no pueden parar porque se les atrofia la cadena de falsedades. Y como las utilizan para practicar las posturas de oposición, entre ellos se aplauden y se estimulan en deshonesta competencia.

Muchos de ellos se autocalifican de fervorosos creyentes cristianos y no se dan cuenta o no les interesa admitir que están apostrofando, cuando se dejan atrapar por la esclavitud de la mentira descarada: para ellos la enseñanza bíblica de que la verdad hará libres a los seres humanos desprovistos de perversidad, en definitiva, no cuenta, no tiene valor, es un esfuerzo desperdiciado, cuando se devela la verdad.

En la actividad y vida política es muy común utilizar la mentira para dañar y perjudicar a los adversarios, y como para aquello hasta hoy no existe castigo real alguno, la mentira se incrementa con mayor descaro, acompañada de calumnias.

En la reciente protesta se han manejado varias mentiras que se divulgan con total desparpajo: por ejemplo, cuando los dirigentes sindicales convocan a luchar contra la supresión al derecho a la huelga, ni siquiera hay un proyecto formal de ley, hay apenas un borrador y ya los convocantes a la protesta dan por hecho que se está conculcando esa conquista.

No hay autoridad alguna que haya admitido, peor fijado algún valor, para atender el pedido de los transportistas para que se alce el valor de los pasajes, y ya los dirigentes del MPD convocan a los estudiantes para convencerlos de que deben protestar en contra de algo que no existe.

También mienten descaradamente cuando pretenden dar por hecho como que ya se han materializado los impuestos a la comida llamada chatarra, a la plusvalía, a las importaciones por vía de paquetes aéreos, etc.
Y, desde luego, los que divulgan las mentiras y los comentaristas y analistas de la oposición no tienen ningún empacho en argumentar con otras mentiras sobre las noticias mentirosas.

Cuando se miente en los medios de comunicación se viola el derecho de los ciudadanos a recibir información verdadera y contrastada. Llegar a ser esclavos de la mentira es renunciar a la expectativa de llegar a ser libres divulgando la verdad.

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