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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

La droga como problema del Buen Vivir de todos (4)

25 de octubre de 2014 - 00:00

Cuando adolescentes, jóvenes y adultos no saben lo que quieren, no tienen un proyecto de vida que alinee  sus energías, no tienen sueños que como una luz guie sus actos en medio de las tinieblas y tentaciones, es más fácil que por aburrimiento o por ansiedad caigan en algunas de las múltiples adicciones, y entre ellas, las drogas. Es una tarea prioritaria y urgente descubrir lo antes posible, apoyándonos sobre la base de nuestras aptitudes y talentos, y con la decisión determinante de nuestra fe y voluntad, tener y construir cada día un proyecto de vida.

Soy un convencido desde hace muchas décadas de que la mejor medicina para no perdernos en el camino de la vida es tener grandes sueños y propósitos, si son muy altos y trascendentales, mejor, para no dejarnos desviar y atrapar en las distracciones y tentaciones momentáneas. Si nos desviamos del camino con facilidad, quiere decir que nuestros sueños fueron muy pobres o equivocados. Hay que seguir buscándolos y construyéndolos, en caso contrario, quiere decir, que estamos perdiendo el tiempo, que es el capital más valioso y el único que no se puede recuperar. Debemos todos preguntarnos cada día: ¿qué quiero yo en la vida? Y segundo: ¿qué he hecho hoy día para alimentar y construir el sueño de mi vida? Una obsesión o manía que siempre tengo cuando me encuentro con un joven o adolescente es preguntarle: ¿cuál es el sueño de su vida? ¿Qué se ve haciendo dentro de cinco y diez años? Si tuviera mucho dinero y dispuesto a gastar, ¿qué le gustaría hacer de acuerdo a lo más profundo de su ser y lo más alto de sus sueños? Lamentablemente, la mayoría de las veces, en cantidad abrumadora, la contestación  es “no lo sé”.

Cuando me contestan en forma positiva, me proporcionan una gran alegría, que lo expreso con mucha satisfacción y en mi interior siento que es una persona que se salvó, que se encuentra en el camino de ser una persona feliz y que va a contribuir en la construcción de un mundo mejor. ¿Para qué sirve tener dinero, si no sabe qué hacer con él? Se encuentran como un barco a la deriva, sin timonel y sin puerto. ¿Para qué sirven los puertos, si no sé a cuál ir? Si a la pregunta: ¿tú qué quieres hacer en la vida? contesta “muchas cosas”, quiere decir que todavía no sabe lo que quiere, pues no alinea y enfoca la mayor cantidad de su tiempo en una sola actividad.

Diferente es ingresar a internet para cultivar un interés fundamental y otro es divagar y vagar sin rumbo fijo, donde lo lleven los pensamientos invasores, en medio de un océano de conocimientos, sin criterios valorativos éticos, que le permitan discernir en las múltiples opciones entre el bien y el mal. Como señalan Steve Andreas y Charles Faulkner: “Existe una diferencia crucial entre un soñador a la deriva y una persona con una misión”. Investiga y contesta a las objeciones que aparecen en ti mismo o en quienes te rodean. Negocia con las partes de ti que objetan a tu misión. Persiste y alimenta a tu mente con tu misión y vive esos momentos como si se hubieran realizado. Piensa en la huella que se va a dejar cuando ya no se viva. “¿Cómo representa lo que soy y lo que me importa?”. También pensar en otra pregunta: “¿En qué medida vivir apasionadamente esta misión  me ayudará a vivir la buena vida?”.

Un problema muy grande en la enseñanza básica, el bachillerato y el ingreso a la educación superior es el sistema de promoción escolar, sabiendo el estudiante su misión, lo que quiere hacer en la vida y teniendo las aptitudes y talentos requeridos, no se le permite seguir estudiando porque se le exigen condiciones personales que no se requieren, que no se necesitan. La inconsciencia de lo que se es, de lo que se es capaz o prohibiciones absurdas para realizarse, conducen a las adicciones y las drogas.

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