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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

La década ganada, líderes, egocentrismo, sectarismo y responsabilidad ciudadana en Ecuador

06 de agosto de 2016

Un amigo de años, severo crítico marxista de Rafael Correa, en mi última entrega a El TELÉGRAFO, me señala que, en forma indirecta, personas como Lenín Moreno -y cree que en mi caso, y seguramente otros más-, por no criticar al Gobierno, ayudamos a apuntalarlo. Aprovecho la oportunidad para reflexionar y hacer un balance sobre el tema y subyacentes. Considero que estamos culminando una década ganada para los pueblos de los gobiernos progresistas, reformistas y revolucionarios de América Latina y el Caribe, que en menor y mayor medida desmontaron políticas neoliberales que se impusieron en las últimas décadas. Nuestros pueblos mejoraron sus condiciones de vida.

Las conquistas sociales que se han dado en la última década en Ecuador con el liderazgo de Rafael Correa no tienen precedente en nuestra historia, salvo  en los gobiernos de Eloy Alfaro. La política económica ha sido muy buena, ejemplo incluso para países de otros continentes. En medio de la crisis económica mundial, estoy convencido de que, sin el presidente Correa, estaríamos por el suelo pidiendo caridad. La política internacional ha sido soberana e integracionista. Las obras de infraestructura en todas las áreas son muy superiores a varios gobiernos juntos. No he estado de acuerdo con el manejo de la Reserva de Yasuní, la política agrícola y ley de tierras, al intento de venta de empresas de los sectores estratégicos, en especial la hidroeléctrica Sopladora y con la crítica burlesca a algunos opositores. He señalado en forma reiterada la necesidad de un cambio cualitativo de la educación en todos sus niveles. Sin embargo, considero que el balance es muy positivo.

Por nuestra fragmentación geográfica, aislamiento histórico, malos hábitos de lectura de nuestros bachilleres, profesionales, políticos y ciudadanos sobre la historia, política y los problemas de Ecuador, Latinoamérica, el Caribe y el resto del mundo tenemos una cosmovisión estrecha, egocéntrica, sectaria, no proclive a dialogar, valorar e integrar las cualidades de otros grupos humanos diferentes. El egocentrismo de muchas personas hace que cada uno de ellas crea que deben ser los jefes o líderes, no solo de las organizaciones de grupos indígenas, sindicales, profesionales o politicos; se creen presidenciables, no de los grupos que forman parte, sino de Ecuador. Son como pequeños dioses luchando entre sí. Parafraseando a Shakespeare sobre los adolescentes “encerrados en una cáscara de nuez se sienten los reyes del universo”. Su sectarismo los hace preferir estar con pocos seguidores o encontrarse solos, antes que aceptar el liderazgo de personas que reúnen más cualidades que ellos. La mentalidad feudal todavía predomina en Ecuador. Existen más caracteres de los nombres de las organizaciones y ‘frentes’ que personas.

Dirigentes, intelectuales y organizaciones salidos de Alianza PAIS, aislados o juntos, han alcanzado un mínimo apoyo de la población ecuatoriana, no han tenido un mensaje integrador ni trascendente. Igualmente, por egocentrismo, individualismo e intereses personales, los grupos contrarios a Rafael Correa, pertenecientes a la derecha económica y política, muy pocas veces se han unido. Prefieren poner en su currículum que fueron precandidatos o candidatos a la Presidencia de la República, antes que reconocer al mejor y juntos sacar una importante votación. No ha existido un solo caso de periodista, dirigente político o ciudadano preso o asesinado. La pobre participación y empoderamiento ciudadano es por su autorrepresión, por no haber estado a la altura de las circunstancias políticas. No es responsabilidad del presidente Correa. Mi énfasis ha estado en hacer propuestas sobre lo que se debe hacer, que en criticar lo que se hace mal o no se hace. Es más fácil criticar y demoler que inventar y construir. ¿Cuál es la trascendencia del mensaje de cada quien y a cuántos se llega? (O)

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