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La gran fuerza laboral está entre los mayores de 15 años y menores de 50 y empezarán a jubilarse a partir de 2030. Independientemente de la decreciente tasa de natalidad, si comparamos la proyección de la población en edad de trabajar para ese año con la que teníamos en 2014, vemos en los estudios que es mucho más pequeña, esto significa que la oferta de mano de obra disminuirá en forma significativa. Al comparar estos resultados con la demanda de trabajo, tenemos necesariamente que analizarlo a partir del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).
Si aceptamos la aseveración del Gobierno de que hemos tenido una ‘década ganada’ y con la seguridad (hay que ser optimistas) de que saldremos de esta recesión económica de una manera u otra, la demanda de trabajo crecerá en los próximos 15 años. ¿Qué les parece? Nos quejamos del desempleo en 2016 y la realidad es que, si queremos apoyar el crecimiento del PIB del país, en 2030 habrá una gran escasez de talento humano, lo cual nos obligaría a atraer más mujeres a la fuerza laboral; o lo que es muy impopular, aumentar la edad de jubilación; o finalmente aceptar la migración. Pero lo más grave es que las 15 economías más grandes del mundo, que representan el 70% del PIB mundial, también presentan una deficiencia en la fuerza laboral para 2020 en 12 de esos países; y para 2030 nos enfrentaremos a una crisis de mano de obra total. Y la deficiencia será mayor en la gente con muy alta educación y competencias y eventualmente un superávit parcial para la gente menos calificada. De esta manera, no solo tendremos insuficiencia de fuerza laboral, sino que nos enfrentaremos a un gran desfase de capacidades en el futuro.
¿Cambiará la tecnología esta situación y aumentará la productividad? La verdad es que todas las proyecciones científicas y académicas sobre este tema ya incluyen un crecimiento significativo impulsado por la tecnología. Y si bien la tecnología reemplazará muchos puestos de trabajo en la industria de la producción y en la oficina, lo que no sabemos es con cuánta rapidez; y, de hecho, solo ayudará parcialmente a resolver la crisis laboral, pues los robots, la inteligencia artificial y la automatización crean nuevos empleos especializados de los cuales no tenemos ni idea ahora. Entonces el Gobierno tenía razón en apoyar la educación de calidad y alta competencia. Los talentos serán lo más importante en la próxima década. Debemos conocer cuáles son sus preferencias laborales. Más del 60% de nuestros talentos están dispuestos a trabajar en el extranjero y en los más jóvenes la tasa es más alta todavía, con preferencia de destino en Europa y Norteamérica.
La preocupación debe ser cómo atraer y mantener a estos capacitados trabajadores, pues de 26 preferencias laborales, el salario está en octavo lugar y la principal prioridad es ser reconocido por su trabajo, seguida de una buena relación con los colegas, un buen equilibrio entre la vida laboral y personal y una buena relación con el jefe. Tenemos que encarar entonces la realidad mundial, de la cual Ecuador no está excluido. El Gobierno y las empresas necesitan una estrategia basada en la gente con: una planificación para predecir la oferta y la demanda de los diferentes trabajos y calificaciones; un plan para atraer y mantener los talentos, a las mujeres, a los jubilados; un plan para educarles y mejorar sus competencias; y la creación de una cultura organizacional (que puede ser una cultura país) orientada al reconocimiento y relación. (O)