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Ximena Ortiz Crespo

Intermediarios educativos

03 de septiembre de 2022

Muchos profesores universitarios aspiran a estudiar sus doctorados para estabilizar su carrera, seguir su vocación investigativa y gozar de la oportunidad que conseguir el título les permite ganar mejor. Es el caso de mi amiga Esther quien ha actuado siguiendo las políticas establecidas por las instituciones veedoras del Sistema de Educación Superior como  el CEAACES  que estableció en 2013 la categorización de las universidades. Las universidades que aspiraban estar dentro de la categoría A, es decir, ser de investigación, requerían contar con un 75% de sus profesores/as con título de doctores.

La fiebre de los PhD, de las que se dejó contagiar Esther, siguió a esas disposiciones. El gobierno de entonces ofreció destinar USD 320 millones de dólares para la formación de doctores–necesariamente en el extranjero, pues no habían programas de cuarto nivel en Ecuador– mediante becas concedidas por la Senescyt para con ello conseguir excelencia académica en las universidades. Las universidades públicas tuvieron la oportunidad de crear programas para que sus docentes pudieran ingresar a doctorados. Nueve años después de que se estableciera la categorización de universidades, éstas cuentan con un número significativo de doctores/as, pero todavía están muy lejos de tener un 75% en su planta docente.

Los/as interesados/as descubrieron los servicios de agentes educativos cuando querían hacer sus posgrados de forma independiente, de tal manera que no estuvieran atados al pago en tiempo de servicio que debían hacer dentro de sus universidades si estas los financiaban. Este fue el caso de Esther, quien decidió contratar uno. Ese agente educativo ofrecía ayudarla a encontrar el programa más adecuado para su especialidad. Su eslogan decía que acompañarían a sus clientes “antes, durante y después de sus estudios”.

Un agente educativo es una persona o agencia que brinda apoyo y servicios de colocación a estudiantes interesados en estudiar en el extranjero. Asesora a los estudiantes a la hora de elegir un programa y un destino en función de sus necesidades individuales. Entre ellos hay personas que quieren ayudar, mientras otras quieren solamente conseguir dinero.

Entre las ventajas de elegir un agente educativo están las de que proporcionan información esencial sobre la institución y el área a los estudiantes extranjeros que normalmente no saben mucho sobre el lugar. Los agentes conocen y entienden los problemas de sus clientes y ayudan a establecer una conexión entre el estudiante y la universidad de acuerdo con los intereses y requisitos planteados. Ya que los agentes educativos ofrecen asistencia a los estudiantes a precios asequibles y pueden ayudar a facilitar de forma rápida el trámite de documentos de estudios, así como información general sobre alojamiento, resultan útiles porque orientan a los estudiantes para estos procesos.

Al igual que en otras cosas, hay un lado bueno y un lado malo dentro del sector de la intermediación educativa de doctorados. La recomendación de Esther es tener sumo cuidado al escoger un agente educativo. Y dice que para ello, es necesario consultar con personas que han tenido experiencia con esos agentes e identificar siempre agencias auténticas y confiables. Se debe prestar atención a que hay instituciones de educación superior de recepción que pagan una comisión más alta a los agentes educativos para que dirijan a un estudiante a ciertos programas escogidos por las universidades que ofrecen doctorados.

Existe la posibilidad de que los agentes no muestren al cliente todas las opciones disponibles. Si los agentes presentan opciones restringidas se corre el riesgo de que el/la estudiante elija una institución que no cumpla con sus necesidades. Para que no haya contrariedades, es importante informarse exhaustivamente no vaya a ser que se elija en contra de la propia voluntad. Estar bien informado, comparar varios agentes y elegir el mejor es lo adecuado. Un agente calificado y profesional le ahorrará al interesado mucho esfuerzo y tiempo y lo guiará a lo largo del proceso de solicitud de matrículas, tarifas y visas.

Han pasado ya algunos años desde que la educación superior pública experimentó una embestida de instancias de evaluación, supervisión, reglamentación. Las cosas están cambiando mucho y esas instancias han sufrido un cierto deterioro. Sin embargo, persiste la acreditación de universidades y carreras y por ende, persiste la voluntad de los profesores de completar sus estudios de cuarto nivel.

Mi amiga Esther comenta que existen agentes educativos en Ecuador, lo mismo que en los países de las universidades de destino, y refiere que el proceso inicial con ellos suele ser exitoso, sin embargo, dice también que la realización de los estudios y los continuos trámites administrativos que requiere el estudio y las tutorías pueden resultar difíciles. Los profesores que han iniciado esa vía pueden sufrir fracasos, verse obligados a alojarse en situaciones de hacinamiento, gastar más de lo previsto, o tener que esperar con angustia la respuesta administrativa online de las universidades. Algunos agentes educativos que habían ofrecido acompañar a profesores durante todo el proceso de la obtención del PhD les han dejado en la mitad del camino.

Como hemos visto, los intermediarios educativos en la educación superior son útiles en un determinado momento, pero no son suficientes a lo largo del proceso. La educación superior de doctorados en el extranjero es compleja y los apoyos de la intermediación con frecuencia se quedan cortos.

La intermediación que hemos descrito no agota toda la que existe en la educación superior. Para nombrar sólo tres que merecen la inspección de las autoridades: la de los institutos privados que prometen altas calificaciones a los bachilleres que preparan para el ingreso a la universidad en todo el país, la de escuelas de negocios europeas que venden sus servicios todos los días y aquellas personas o empresas que llevaron al menos mil estudiantes a Ucrania, a muchos de los cuales se les había arebatado el pasaporte y no podían regresar al Ecuador en el momento que estalló la guerra. 

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