“Somos lo que leemos”, los lectores que confesamos adicción a la lectura sufrimos de “El mal de Montano”, día a día buscamos, en las pequeñas y grandes librerías, sobre todo en los recovecos de las unas y las otras, “Mil soles esplendidos” libros que para nosotros literalmente le dan sentido a la vida.
“Voceador de lecturas” que soy, muchos de vosotros lo saben desde mis escritos, mis reseñas ensayísticas en otros medios, y desde hace corto tiempo, en esta casa, en estas páginas. Seguiré compartiendo mi día a día con los libros, con descubrimientos, que en ocasiones serán novedades, en otras, rescates de obras que decanto, que atesoro en mi personal biblioteca. Amo la literatura que se ha escrito y se escribe sobre los libros, en cualquiera de los géneros, que hay poesía sobre ellos, novela, ensayo, cuentos.
Hoy con la misma ilusión que repaso versículos del Corán, comparto “El infinito en un junco”, un tomo sabio, luminoso, que lleva al lector con el primoroso poder de la palabra bien escrita por la milenaria historia de los libros, desde su origen a nuestros días. La autora, la filóloga española Irene Vallejo con tiento, talante y talento, se adentra en el tiempo y espacio del libro como compañero y testigo del ser humano, desde cuando vio la luz hace cinco mil años, “cuando los egipcios descubrieron el potencial del junco al que llamaron “papiro”. El sello lo pone Siruela, que nunca me ha defraudado con sus publicaciones.
“La tribu del junco” ha sido es y será nómada, no estanciará en ningún lugar del mundo, ni nadie tendrá sobre ella poder mientras la palabra exista en todas las lenguas y los libros las recojan en todos los idiomas del planeta.
Libero para que ustedes lectores busquen en el interior del tomo que tiene 451 páginas dos capítulos que abarcan contenidos excelsos de la historia del libro y de la misma humanidad: “GRECIA IMAGINA EL FUTURO” “LOS CAMINOS DE ROMA”
Treinta siglos de la historia del libro, en un volumen grandioso. Un trazado que lleva al lector a querer consumido de un solo tirón. Libros y formas, autores, personajes míticos, conquistadores, filósofos, escritores fundamentales, esenciales de la literatura universal, están inscritos, en sus fojas, así como leyendas y tradiciones, bibliotecas eternas, y el dolor de páginas rotas o quemadas. Todos estos ingredientes hacen de El infinito en un junco”, un manuscrito que emociona abrir, y tener, leer y proteger, ser con él un bibliótafo radical.
“Cierta vez, durante una madrugada alcohólica, en un gesto de provocativa ostentación, ella disolvió en vinagre una perla de tamaño fabuloso y se la bebió. Por eso Marco Antonio eligió un regalo que Cleopatra no podría desdeñar con expresión aburrida: puso a sus pies doscientos mil volúmenes para la Gran Biblioteca de Alejandría, los libros eran combustible para las pasiones” pág. 28
Integrarse a la historia del libro en activo y en el presente estoy sugiriendo a cada uno de vosotros que, del otro lado de la pantalla, ahora mismo escudriñan esta crónica, la recomendación en esta reseña ensayística queda hecha. Que la vida en tiempos de pandemia, consuele el trance con buenos libros es compensación que se ha de agradecer. Lea “EL INFINITO EN UN JUNCO” habrá cambios en su saber. Insha'Alla