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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

Hiperlegalismo selectivo: nuestro Guantánamo

05 de diciembre de 2014 - 00:00

Iniciaron en México, bajando por un país donde las comunidades arman brigadas civiles para defenderse contra la milicia del narcotráfico. Pero no les pasó nada. Recorrieron Centroamérica, pasando por países donde la violencia de género es estructural y sangrienta. Pero ahí tampoco les pasó nada. Atravesaron Colombia, y lo que atravesar Colombia significa. Y no les pasó nada. Llegaron al reino del hiperlegalismo selectivo, al feudo de la Revolución Ciudadana, y toma tu experiencia.
La Caravana Climática es una ‘gira de acción’, según sus propios organizadores. Salieron en un bus Ford a biodiésel modificado y han organizado una serie de eventos y foros públicos denunciando las raíces del cambio climático para ejercer presión política a los gobiernos de la región, de cara a la Cumbre Climática de las Naciones Unidas en Lima. En Ecuador, el grupo Yasunidos se unió a los activistas de la Caravana Climática para atravesar el país y llegar juntos a Perú, donde buscan evidenciar los supuestos atropellos a la naturaleza con la explotación petrolera en el Yasuní.

Según el grupo, en las primeras 24 horas de su recorrido por Ecuador, la Policía Nacional los detuvo en ocho ocasiones. La noche del martes fueron detenidos en medio de la vía Naranjal-Molleturo por la Policía Nacional y el Grupo de Operaciones Motorizadas, cuando el bus fue finalmente confiscado y llevado al retén en Naranjal, donde la Policía de aduanas alegó que el bus no contaba con permisos de importación. Esto no ha sido desmentido por ninguna autoridad, aunque el Ministro del Interior comentó algo sobre cumplir la ley y atentados. Ambos mencionados en relación al bus. (El mensaje original decía: “Aquí lo único que hemos hecho es cumplir la ley (…), ¿qué hubiese pasado si ese bus tenía un accidente (…) y morían los chicos que estaban ahí?, seguramente era un atentado”, y lo saqué de contexto porque el lenguaje también importa).     

Esto no es una apología sobre la Caravana ni sobre Yasunidos (que críticos tienen, incluyéndome). Esto es la denuncia de un Estado que se está convirtiendo en victimario. No será la brutalidad policial de Ferguson ni el narcogobierno de México, pero el hiperlegalismo selectivo del Gobierno está transitando por una línea peligrosa. La efectividad del conglomerado del Ministerio de Interior parece estar particularmente afinado cuando se trata de activistas ambientales (los Pachamama, los Capodevilla y los Utne vienen a mente). Los comentarios del ministro Serrano son el reflejo de una acción coordinada del Estado (tres ramas policiales intervinieron para detener al bus) por acallar todo aquello que les incomoda. O que la celosía por cumplir la ley en función del legalismo obscuro es lo que tenemos por fuerzas de seguridad.

No, señor Presidente, no seremos Guantánamo. Pero tampoco lo éramos durante la presidencia de Gutiérrez, pero igual salimos a las calles para acabar con su tiranía blanda. Igual salió usted, señor Presidente. Lo ciudadano de la Revolución Ciudadana es eso. Es la crítica al poder, de donde venga. Y cuando condena a los ambientalistas e izquierdistas infantiles por ser tontos útiles de la derecha, mientras se comporta como aquellos gobiernos de derecha que tanto temimos, la disonancia cognitiva parece ser estructural, no solo propagandística.

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