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¡Es un hecho! Los hechos no son susceptibles a la subjetividad. Los hechos son eventos visibles que, evaluados desde la sindéresis, nos justifican si los esfuerzos (tácticas) para cristalizar nuestras buenas intenciones (estrategias) han tenido éxito, o no. Veamos tan solo dos casos.
Caso uno: la tan ansiada igualdad de oportunidades. Bueno, en general creo que se han tenido ideas para implementarla, aunque quizá por la propia racionalidad humana, en el camino se la va abandonando y se queda en el olvido, haciendo un símil con aquel radio viejo de nuestros mayores que de a poco pierde el volumen. Lamentablemente, sin igualdad de oportunidades, lógicamente hay desigualdades, y con ello, frustraciones, decepciones y hasta se podría dar cabida a que la voz siniestra de lo inmoral y hasta de lo amoral cobre fuerza, y aquellas y aquellos vulnerables tengan mayor riesgo a ceder. Siendo más específicos, días atrás en un canal de TV se anunció la contratación de dos ciudadanos que por larga data han estado haciendo entrevistas y opinión. Pensando en voz alta: ¿Acaso ambos solo existen? ¿Y, el resto: los graduados universitarios de periodismo, o quienes vienen haciendo comunicación independiente? ¿Y, los rostros nuevos? ¡Naranjas! Lo que queda decir: los mismos de siempre; y que la idea de tomar en cuenta a los demás quedó en un buen deseo. Un sacerdote una vez me dijo: “El infierno está lleno de quienes tuvieron buenas intenciones”.
Caso dos: remedio medianamente eficaz. Mirando el señor error que cometieron los siete consejeros del CPCCS Transitorio al haber permitido que se conforme el actual CNE a partir de la representación de las fuerzas políticas alejándose así de la regla de los méritos y las capacidades; la consecuencia de “limpiar la casa” (con lo que estoy de acuerdo) fue dar vida a lo que hoy tenemos: miembros que se han pasado mayormente en conflictos, y últimamente cuatro funcionarios (un sociólogo, dos ingenieros: civil e informático, y una ingeniera comercial) denunciados por incumplir una sentencia de autoridad competente (expedida por el TCE) y con ello han incurrido en una infracción electoral muy grave (conforme sentencia de instancia). A todas luces: aquí gravita el desconocimiento, la inexperiencia y la inmadurez.
¿Se puede enmendar? Sí, pero primero hay que reconocer y actuar en consecuencia. ¿Hay humildad y voluntad para lograrlo? (O)