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Así como hay calles en la urbe porteña que llevan nombres inconsultos y de inmerecido homenaje a sujetos cuyo único mérito fue estar cerca del mandamás de turno, el suburbio de la ‘Perla’, en su mayor extensión asaltado por peligrosos traficantes de tierras que impusieron el terror y el precio por solar a punta de bandas armadas de guardaespaldas, exhibe para afrenta de la ley y de la ética precisamente los nombres de los capos consagrados como figuras históricas, a tal punto que en los textos de historia y geografía natal deben constar sus biografías para estudio de los educandos como ejemplos de vida a ser imitados.
¿Cómo elaborar una biografía ejemplar con los nombres de traficantes de tierras? Muy difícil forzar la trayectoria de gente abusiva y explotadora como para que los niños y niñas emulen a semejantes sujetos que con su mal ejemplo les llevarían derechito a la cárcel. Pero allí están esos nombres colocados en letreros y placas, reproducidos en el actual levantamiento planimétrico municipal, como si se tratara de personas de bien que hayan contribuido al mejoramiento de la comunidad. A lo sumo fungieron de jefes de campaña para movilizar gente a las marchas y mítines de la partidocracia garrotera. Que el sector de la ‘Carlos Castro’, que a lado de la ‘Zinaida Castro’, que en la ‘Jaime y Sergio Toral’, que la ‘Paco Oñate’, que la ‘Balerio Estacio’ y más invasiones con nombres de las hijitas, mujeres y comadres.
Y en Quito no se quedaron atrás los Yacelga, Coral y Aguilar en Pisullí y otras laderas del Pichincha invadidas a la sombra del Rugiente a cambio de movilizar gente cuando ordenaba el patrón. Se tomaron declives de las cordilleras circundantes de la capital, rellenaron con basura el Estero Salado de Guayaquil y vendieron al arranche un punto fétido en la manigua como si se tratara de solares. Esa pobre gente, doblemente engañada y utilizada, en la actualidad es reubicada para recuperar el estero, mientras el ‘modelo exitoso’ llegó al colmo de maquillar con pintura promocional tanta pobreza y abandono, como si la miseria fuera parte del folclor.
Alguien tiene que reparar esa distorsión con un reordenamiento que haga justicia a compatriotas que prestaron relevantes servicios al país; o la consagración de fechas emblemáticas y lugares históricos que nos ayuden a rescatar la geografía del Suburbio de manos de los traficantes.