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Desde 2005, cuando se conoció la totalidad de los genes humanos (23.000 genes), se creó una corriente voraz por negociarlos. Se suponía que el conocimiento del genoma humano beneficiaría a la humanidad y resolvería problemas de salud, pero no sucedió así.
El mercado de genes se volvió abrumador. Diez empresas farmacéuticas monopolizan el 53% de negocios e ingresos mundiales en genética. Cada año ganan del 30 al 46% de su inversión. Más que la industria petrolera o informática.
Las transnacionales genéticas justifican tales cifras, indicando que sus inversiones en nuevos productos son gigantescas y necesitan recuperarlas. Estudios sobre este aspecto demuestran que en 97%, los productos existentes son reformulaciones y solo el 3% requiere nuevas inversiones. Además, se conoce que el 70% de costos proviene de inversión pública.
Quienes manejan el negocio de los genes están a la caza de poblaciones aisladas, apartadas, exóticas o nativas, y sobre todo vulnerables, pues contar con genes de variantes raras ayudaría a explicar o curar enfermedades genéticas.
Islandia, Estonia y Tonga vendieron sus genes a transnacionales de la genética y estas, a la vez, apuntan a encontrar genes que permitan crear fármacos personalizados o garanticen terapias a cambio de compra de genes. Todo para mantener privilegios económicos, sin solidaridad humanitaria.
Dado que la ingeniería de genes o edición genética ascendería a $ 5 mil millones en ventas, la industria de genes pretende invadir y apropiarse de cuanto gen existe. Esto, sumado a altas tecnologías requeridas para manipular genes, sumiría a países económicamente débiles en una dependencia nefasta.
La solución es la investigación nacional con apoyo a proyectos en genética y genómica. Se vuelve obligatorio encontrar, de forma autónoma, las variantes genéticas útiles para la población ecuatoriana; descifrar el genoma de los ecuatorianos con visiones claras que lleven a una medicina genómica y personalizada surgida de nuestro ADN poblacional, y aplicada de manera equitativa y justa a nuestra población. (O)