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El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

Fray Agustín Moreno Proaño

24 de marzo de 2016 - 00:00

El viernes 18 de marzo se apagó en Quito la luminosa vida de fray Agustín Moreno Proaño, a los casi 94 años de vida. Había nacido el 22 de agosto de 1922 en Cotacachi, en una honrada familia de provincia a la que diera lustre su tío Segundo Luis Moreno, afamado compositor nacionalista.

Huérfano de padre desde su temprana infancia, creció entre el afecto de su madre y de su abuelo materno, a quien recordaba como su primer guía y maestro. Y a los doce años de edad fue llevado por su familia al convento de San Francisco, de Quito, donde fue entregado para su formación religiosa.

Los frailes supieron valorar su gran talento natural y lo formaron del mejor modo posible. Así se convirtió en un fiel seguidor del pobrecillo de Asís, pero se aproximó también a los asuntos de la cultura, hacia los cuales sentía gran inclinación.

Ya adulto, se dedicó a estudiar la vida y acción de fray Jodoco Ricke, fundador de la orden franciscana en el actual Ecuador, y de fray Pedro Gosseal, conocido como ‘Fray Pedro pintor’, fundador de una escuela de pintura para niños indígenas, con la que se inició la Escuela Quiteña. De esos estudios saldría más tarde un bello libro suyo sobre ambos personajes.

Tras ser consagrado sacerdote a los 23 años, sus afanes intelectuales le valieron una beca de su orden para estudiar ciencias sociales en Canadá, donde se doctoró, pasando luego a laborar como investigador en grandes  archivos de EE.UU. y Europa. Eso lo ayudó a redondear su formación humanista, que incluía el conocimiento de varios idiomas.

Al regresar a Ecuador, siguió con sus estudios sobre el arte quiteño y se vinculó a la Academia Nacional de Historia, a la cual ingresó directamente como numerario en 1979, con un discurso titulado ‘La patria y estirpe de fray Jodoco Ricke’. En ella ocupó varias funciones y fue también subdirector por algunos períodos, siendo designado Subdirector Honorario Vitalicio en 2015.

En su dilatada vida intelectual fue conferencista y profesor invitado de entidades culturales de importancia y al interior de su Orden ejerció funciones de responsabilidad. Fue miembro de varias academias nacionales e internacionales y recibió condecoraciones por su labor intelectual.

Dueño de una natural vocación por la docencia, fue maestro en los colegios franciscanos y por 40 años profesor de la cátedra de Cultura Ecuatoriana en el Instituto de Posgrado en Ciencias Internacionales de la Universidad Central del Ecuador, y también docente de la PUCE.

Mereció reconocimientos como hombre de cultura, siendo designado Director del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural. Por voluntad de sus colegas, ejerció la dirección de la Sección Académica de Historia y Geografía de la CCE y del Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispánica.

Dueño de una memoria formidable y de un finísimo humor, era también un hombre de convicciones definidas y pensamiento abierto. Autor de inteligentes libros, lector de Montalvo, de Darío y de los grandes poetas americanos y europeos, amigo leal y generoso, orador notable y admirador de la belleza femenina, fue uno de aquellos personajes que la antropología contemporánea denomina como “tesoros humanos del patrimonio cultural”. (O)

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