Los cristianos somos mayoría en el mundo: 31,5% o 2,2 billones de personas. Pero de ellos, los católicos únicamente un poco más de la mitad, 1,2 billones, lo que nos pone después de los musulmanes sunitas, que son 1,6 billones. La religión católica apela a ser la única y verdadera, pero siendo de origen judío, de hecho no es la más antigua. Sin embargo, su importancia e influencia es indiscutible, especialmente en el hemisferio occidental.
En sus 2.000 años de existencia, la denominación católica, apostólica y romana le ha dado al Papa, el máximo líder electo en un proceso semidemocrático un verdadero poder, no solamente espiritual, sino político y social. Y hemos tenido 266 pontífices, incluyendo a Jorge Mario Bergoglio, papa Francisco. Y nada más interesante y muy poco espiritual, pero profundamente histórico, que revisar el listado de este grupo de personas que ascendieron de diferentes maneras al papado.
Desde el apóstol Simon Bar-Jona por su nombre en arameo, cuyo apodo era Cefas que significa ‘la piedra’; y es por eso que Jesús da a ese apodo un significado simbólico cuando dice: “Tú eres Cefas y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”. La traducción de Cefas al griego es Petros, al latín, Petrus; y al castellano, Pedro. Varios papas han sido santificados, otros creo que quisieran que fueran ignorados. Pero todos reflejan lo que es la organización y sobrevivencia de una institución profundamente humana que aspira a tener la iluminación divina para beneficio de sus seguidores.
El Papa es el Obispo de Roma y recibe la consideración de cabeza visible de la Iglesia católica, cabeza del Colegio episcopal; jefe de Estado y soberano de la Ciudad del Vaticano. Su cargo corresponde al del antiguo Patriarca de Occidente de la ‘Iglesia ecuménica’ previa al Cisma de Oriente y Occidente. Al Papa también se le conoce como Santo padre, Sumo pontífice, Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro y Siervo de los siervos de Dios. A nivel internacional, el Papa recibe el trato de Jefe de Estado y el tratamiento honorífico y protocolario de Su Santidad. Igualmente, es el representante por excelencia de la Santa Sede, la cual tiene personalidad jurídica propia, canónica e internacional. Así mismo, el Pontífice posee inmunidad diplomática, es decir, no puede ser acusado en tribunales, ya que más de 170 países lo reconocen como jefe de Estado del Vaticano.
El presidente Correa comprende la importancia de la visita de Francisco a Quito y Guayaquil, y ha puesto todo el aparato gubernamental a trabajar en este evento. Él mismo lo visitó para afianzar y validar esta decisión papal.
En un mundo donde los dogmas católicos, considerados como revelación de Dios ya no lucen tan reales; en una juventud donde Google tiene más respuestas que la Biblia, la visita de Francisco es un grito de esperanza para un pueblo que anhela un cambio en su fe; para que nuestra gente reconozca los valores y principios espirituales, que no son necesariamente multitudinarias procesiones o fastuosos rituales. Bienvenido, querido Francisco. (O)
