A los ojos de militantes de izquierda, entre esos los disfrazados de periodistas, en Ecuador no pasó nada raro en los diez años anteriores. Pero es llamativo que hoy son los primeros haciendo labores de “fiscalización” en el régimen de Lenín Moreno, cuando estos mismos individuos ante los abusos y excesos del Gobierno inmediato anterior guardaron silencio; otros más aún, coincidieron y, por supuesto, tenían una rebanadita del poderoso pastel.
Su memoria y capacidad de crítica selectiva inversamente proporcional a su ética, no dan cuenta que, por defender la causa de las ratas perdidas, entorpecen cualquier intento de salvar al país de ser una Venezuela más.
La mente humana como le llaman, es impresionante: cómo brega siempre a favor de lo que le conviene, incluso inconscientemente, así toque perder los escrúpulos. El trabajo de la autocrítica y sujetarse a los entredichos de las propias acciones, es una de las labores más difíciles, tanto como las de gobernar y educar.
Se quejaron de un supuesto audio filtrado de la presidenta de la Asamblea, de una conversación privada, además; se espantaron con la palabrota como crítica primera y luego argumentaron “tráfico de influencias”. Estamos frente a un verdadero lloriqueo que intenta zafarse de toda la basura que está encima de la política y políticos que defienden.
No renuncio a manifestar mis reparos con la Asamblea Nacional en cuanto a su labor de gestión sobre algunas políticas, entre esas las de la violencia contra la mujer y ver, por ejemplo, ¿dónde está el dinero destinado para ello? O también mostrar mi desacuerdo con que legisladores sean beneficiarios de becas para estudios en una universidad online, cuando ellos mismos pueden pagarlos.
A la mirada crítica e incisiva que solo apunta a donde le conviene es a la que quiero llamar la atención; y también a los lectores de esos críticos que están bajo el lavado ideológico de cerebro y la posibilidad de oportunidad para el beneficio propio, que asienten con la cabecita. (O)
