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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Fábrica de mentiras

26 de junio de 2015 - 00:00

Mintieron los codiciosos ‘descubridores de América’ (la mayoría de ellos analfabetos) cuando  intercambiaban destartalados espejos por oro, con los cándidos habitantes de estas tierras. Continuaron mintiendo cuando ofrecieron liberar a Atahualpa a cambio de una habitación llena de oro y plata. Cuando se apoderaron de los metales ¿preciosos? lo asesinaron.

Mintieron los criollos cuando ofrecieron respetar a los pueblos originarios; sin embargo, continuaron con la opresión y el despojo de tierras como ya lo habían hecho los españoles.

Mintieron las élites cuando, valiéndose de falacias publicadas en los periódicos de oligarcas y terratenientes, prepararon a la opinión pública para que tomara como ‘necesario y saludable para el país’ el asesinato del general Eloy Alfaro.

Para justificar la terrible masacre del 15 de noviembre de 1922, el títere Tamayo mintió al afirmar que la medida que tomó fue necesaria para librar a Guayaquil de los saqueadores.
Mintieron las élites cuando se opusieron a la Revolución Juliana, acusando a sus principales líderes de incapaces, candorosos e improvisados.

Arroyo del Río mintió cuando, en 1941, aseguró defender a la patria. En realidad, lo que hizo fue defender la estabilidad de su Gobierno que representaba los intereses de las minorías.

En junio de 1959, Ponce Enríquez, fundador del PSC, mintió al sostener que la masacre contra el pueblo fue necesaria para librar a Guayaquil de los delincuentes.

Mintió el sucretizador cuando afirmó que el Estado asumió la deuda de los ‘empresarios’, para evitar que el pueblo se quedara sin empleo.  

El ‘armonioso’, en uno de sus empalagosos discursos, aseguró que jamás habrá bloqueo de los fondos en los bancos. A las pocas horas sucedió exactamente lo contrario. ¿Qué enseñará en Harvard? La cátedra, probablemente, se llame: ‘Cómo quebrar un país y enviar al exilio a tres millones de ciudadanos’.

Mintieron los de la camioneta al afirmar que defendían la democracia. En realidad, dieron un grosero golpe de Estado al colocar a Alarcón en Carondelet y a doña Rosalía en su domicilio.

Mintieron las élites al elaborar dobles contabilidades en sus negocios, con el objetivo de evadir impuestos. El pretexto: serían mal manejados por el ‘Gobierno centralista’.

Cuando no tenían a uno de los suyos en el Palacio de Gobierno, tenían a sus obedientes marionetas.

La fábrica de mentiras de los codiciosos en estos días trabaja a tiempo completo: ‘24/7’. Los adoradores del becerro de oro mintieron y lo seguirán haciendo. No cabe ninguna duda. La última falacia que han fabricado es que en Ecuador ¡todos deben ser pobres! Afortunadamente, las mayorías están conscientes de que más rápido cae un mentiroso que un ladrón. Con eso basta y sobra. (O)

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