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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Evangelio

26 de diciembre de 2014

Es una palabra empleada por primera vez en los escritos a las primitivas comunidades cristianas por Pablo de Tarso, en la primera carta a los corintios, redactada posiblemente en el año 57 DC y en su traducción del griego significa ‘buena nueva’.

Es un relato de la vida y enseñanzas de Jesús, que es el único hijo de Dios, a quien manda a hacerse hombre para redimir a la humanidad. Es así que padece y muere por nuestros pecados. La palabra evangelio es usada 76 veces en el Nuevo Testamento, sesenta de las cuales son de Pablo.

Varios evangelios fueron escritos en la Antigüedad, de los cuales cuatro fueron aceptados por la Iglesia y considerados canónicos. Marcos lo escribió en el año 68-73 dC; Mateo, del 70-100 dC; Lucas, del 80-100 dC; y finalmente Juan, del 90-100 dC. Los tres primeros, por sus importantes similitudes, fueron denominados sinópticos por el estudioso J.J. Griesbach en 1776.

Los otros evangelios fueron considerados apócrifos y no son reconocidos por las iglesias cristianas actuales por no ser fidedignos ni contener textos inspirados por la divinidad. Pero sirvieron de escritura sagrada por algunas de las facciones en que se dividió el cristianismo durante los primeros siglos de su historia. Este es el caso de la corriente gnóstica, la cual aportó la mayor parte de sus textos, conservando la ligazón muy estrecha con la tradición judía de la que surgió el cristianismo. Así tenemos el ‘evangelio de los hebreos’ y ‘el evangelio secreto de Marcos’, escrito en la misma época de los evangelios canónicos y que pudo ser fuente de información para los otros evangelistas. Es por esto que prefieren llamarles extracanónicos, pues nombrarles apócrifos implicaría asumir a priori que sus textos son falsos. El ‘evangelio de Tomás’ puede ser incluso el más antiguo, pues se cree que fue escrito el año 50 dC.

A propósito de la Natividad, es interesante leer una serie de estos evangelios, tales como: ‘Protoevangelio de Santiago’; el ‘Evangelio del pseudo-Mateo’; el ‘Libro de la Natividad de María’; o el ‘Liber de infantia Salvatoris’.

Y para aquellos que quieran disfrutar de una leyenda hagiográfica, es decir, la biografía de un santo, el Protoevangelio de Santiago, centrada en María, es el inicio del culto mariano. El término protoevangelio lo utiliza Guillermo Postel en 1552 al considerarlo un prólogo del evangelio de Marcos. Esta obra trae dos partes distintas: la vida de María, concebida milagrosamente de ancianos padres: Ana y Joaquín,  hasta el nacimiento de Jesús; y describe en forma épica la Anunciación y el nacimiento del Salvador.

El protoevangelio tiene una finalidad apologética, pues trata de defender a María de las acusaciones que le hacían los judíos y paganos. Santiago enfatiza la santidad de María y sobre todo su virginidad, incluso después del parto. Hay más de veinte versiones apócrifas de los evangelios, todas interesantes y que posiblemente sirvan para construir un texto de fe más real de la vida de Jesús.

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