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El Telégrafo
Bernardo Sandoval Córdova

¡Estado fracasado o sociedad fracasada!

01 de agosto de 2021 - 07:21

Estamos donde estamos porque somos como somos. ¿En dónde estamos?  Estamos en un pozo de delincuencia, de pobreza, de desempleo, de caos jurídico. 

 

La notable bonanza entre 2007 y 2014, que pudo ser aprovechada para cambiar al país y comenzar a conducirlo al desarrollo, fue dilapidada en obras faraónicas unas, inservibles otras, pero muchas, si no todas, útiles para el enriquecimiento ilícito.  Se discutirá si la culpa está en las pésimas leyes o en la pésima actuación de quienes deben hacerlas cumplir.  La verdad es que tanto unos como otros son ciudadanos de la sociedad en la que vivimos. Se discutirá si la mala Constitución de Montecristi es la causante de los males, o no.  Se discutirá si alguna Constitución, por más buena que haya sido le transformó al país, para bien. Evidentemente, no. Sin embargo, este último argumento no debe usarse para justificar la abulia de quienes deben hacer un gran esfuerzo por eliminar esta terrible Constitución de 2008 porque, con ella, con seguridad, no podremos salir del subdesarrollo. Se dirá que los pueblos exitosos lo son por la naturaleza de su gente y no por las Constituciones o las leyes. Verdad parcial.  Las buenas leyes y el cumplimiento de ellas, cambia la naturaleza de la gente.  El comportamiento no cambia si las leyes no se cumplen.  El malhechor, el representante de la viveza criolla, seguirá con sus andanzas si no hay quien haga cumplir la Ley.  Tampoco cambiará el país, si mantenemos las pésimas leyes.

 

El poder judicial vigente, producto de la intromisión del poder ejecutivo durante la década nefasta, da muestras de una combinación de ineptitud e inmoralidad.  El episodio del alcalde Jorge Yunda es apropiado para una novela barata.  Quito, denigrada y burlada. El fiasco llegará a su fin cuando la Corte Constitucional se pronuncie y, ojalá pronto, el controvertido Jorge Yunda salga. Si no sale, será un mal precedente, Quito seguirá desmoronándose, pero no se acaba el mundo.   Vendrá otro alcalde que será igual o peor que Yunda si acaso los políticos no atenúan su ambición y renuncian a intereses particulares y esta vez busquen  aglutinar el voto alrededor de una figura con virtudes de conocimiento técnico y antecedentes de honradez acrisolada.

 

El poder legislativo, otro horror.  Acaba de pronunciarse en contra de que el Ecuador  participe del CIADI, organismo de arbitraje internacional frente a conflictos o disputas en temas de inversión.  El manido y pueril argumento de la soberanía es el que unió a correístas y Pachakutik.  Era de prever que esta asociación en algún momento mostraría su naturaleza perniciosa.  El que hayamos perdido arbitrajes internacionales, casi siempre, no es por culpa de los árbitros sino por la torpeza e ideologización obtusa de los que se golpean el pecho diciéndose soberanos.  El Ecuador clama por inversión extranjera y sin embargo creamos las condiciones para que nadie quiera invertir. 

 

Para tener un Estado digno y una sociedad sana necesitamos educación de calidad, buenas leyes y una justicia respetable.  Sin ellas, es imposible.

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