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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

“Escupir al cielo…”

01 de febrero de 2018

“Escupir al cielo para que le caiga en la propia cara” es un antiguo refrán español que se usa para describir nuestra tendencia a juzgar cosas que les pasan a otras personas, casi afirmando que nunca nos pasaría a nosotros. Lo malo es que tarde o temprano el tiempo nos demuestra, en nuestras propias carnes, que sí nos pasan aquellas cosas que creímos solo suceden a otras personas y ahí nos damos cuenta de nuestro error.

Y esto se vuelve una tendencia más peligrosa cuando no solo nos pasa a nosotros, sino que puede pasar a nuestros hijos y seres queridos. Yo pensé que ya habíamos dejado atrás los días del insulto, la ofensa, el ataque, la calumnia y la injuria que un político lanza a su opositor. Con pena reconozco que me equivoqué. Parece que ya hemos hecho del oprobio un tipo de cultura país; percibí que solo estaba ligado a la política, pero veo que va más allá. Es muy posible que estemos viviendo enfrentamientos fratricidas en los cuales la honra de las personas es pisoteada y lamentablemente los actores políticos quedan en la impunidad.

Los diez años del gobierno de la Revolución Ciudadana fueron auténticas peleas entre opositores y el régimen; y cada cual, en su trinchera, esforzándose en ser más agresivo y letal. Por supuesto que el Gobierno tenía más recursos en esa época y definitivamente Correa mucha más habilidad para salir avante en este tipo de riña callejera. Pero estamos a punto de ir a las urnas para la consulta popular este próximo domingo y nuevamente vemos a Rafael Correa en la calle, ahora con menos recursos y posiblemente expuesto más fácilmente a recibir varios huevazos en la crisma, pero con la misma habilidad para la respuesta rápida y mordaz. Y claro, su oposición, que ahora luce numerosa y dispareja, le sigue el juego en lo que él es un maestro: la confrontación.

Sinceramente, no sé en cuánto ayude a Lenín el resultado de la consulta popular. Es posible que gane abrumadoramente el Sí, pero no hay duda de que le ha dado a Correa la gran oportunidad de medir fuerzas y sondear su penetración en la política ecuatoriana de la mejor manera que se puede: una elección popular. Y le han dado algo que todo político ansía: no pasar desapercibido. De una manera u otra servirá para probar si continúa siendo un fuerte actor político. Y eso es algo que no es oportuno, por lo menos ahora. (O)

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