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Gustavo Pérez Ramírez

Época electoral, ofertas de agua mil

02 de agosto de 2016

Ya llegó a las comunidades del valle de Alpamalag, entre Pujilí y Salcedo, la campaña del partido político CREO. El banquero Guillermo Lasso ofreció que pondrá agua de riego para ese desértico valle, que produce de todo, dependiendo de las lluvias y podría ser el granero de Quito.

Dos indígenas que asistieron al acto electoral me aseguraron que no creían en esas ofertas: “Así mismo todos los políticos nos han ofrecido agua de riego, pero solo durante las elecciones”. Su falta de credibilidad había llegado al límite cuando la doctora  Lourdes Tibán, actualmente asambleísta de Cotopaxi por Pachakutik, estuvo encargada del agua en Latacunga; hubo proyectos que parecían cuestión de meses, pero que quedaron en veremos.

Por decenios el agua ‘disponible’ para las comunidades circundantes del rio Nagsiche ha sido la de este río encañonado,  al que hay que descender por escarpados senderos. Los indígenas solían sacar el agua en vasijas de barro, que tuvieron que cambiar por recipientes metálicos, por las frustrantes  caídas, sobre todo cuando ya coronaban la cima.

El coronel Virgilio Guerrero Espinosa, quien en su juventud fue miembro fundador de la Liga Militar, que en 1924 dio inicio a la Revolución Juliana, que hizo mucho por resolver la entonces denominada ‘cuestión social’, en 1948 se propuso ayudar a que los moradores de Alpamalag insistieran ante los poderes públicos para que se les proveyera de agua, al menos para los menesteres domésticos, logrando que en 1949 elevaran una solicitud al H. Congreso Nacional, que dio curso a la solicitud y la pasó al Poder Ejecutivo, exigiendo que  el Ministerio de Riego diera cuenta al Congreso de esa resolución. En  junio de 1950 colaboró en el anteproyecto de decreto para el presidente Galo Plaza Lasso.

Perseverante, característica de este gran patriota, en agosto de 1954 se dirigió al presidente del Concejo cantonal de Pujilí: “Señor presidente, ha quedado la mayor parte de Alpamalag sin agua para sus menesteres domésticos (Acurio, Toros, Ayasamana, Jachahuango y más sectores de esta hermosa sabana), quienes tienen que beber el agua de las cochas o hacer largas y penosas caminatas hacia las profundidades del rio Nagsiche. Esta indolencia con esos desafortunados habitantes no es justo que subsista”; y da sugerencias, a sabiendas de que una hacienda tenía un desperdiciado sobrante de agua de más de cinco molinos. (Los académicos hoy califican de  ‘asimetrías’ a estas desigualdades e injusticias del reparto del agua mercantilizada.)

El Comercio, del 12 de junio de 1962, da cuenta de la inauguración de los servicios de agua potable, lavandería, abrevadero, baño de ducha, etc., en varios caseríos, pero hubo que esperar hasta fines del siglo XX cuando el Municipio proveyó de agua potable  esas comunidades. Hasta ahí se ha llegado. Cero agua de riego y muchas promesas incumplidas.

Solo un reducido número de indígenas y campesinos en El Relleno de San Rafael de Alpamalag cuentan con la ayuda de los evangelistas, que han cumplido con proveer de agua a quienes acepten su mensaje cristiano y paguen una cuota. (O)

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