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Entre la batalla por el ejercicio de un derecho y la defensa de una convicción. Es lo que habíamos pensado en otro momento cuando la Asamblea aprobó el Código Orgánico de la Salud y el texto estaba en manos del Presidente de la República. Y claro, lo que al parecer triunfó, fue la defensa de una convicción.
El nivel de incomprensión fue tan fuerte y aún sigue siendo por los comentarios que se han dado. Se direccionó el tema con una ausencia total de debate social, ya que se enrostró a ese cuerpo legal como que solo se refería al aborto, cuando el COS reemplazaba a la vieja ley en materia de salud.
El COS no es un código abortista, como se promocionó. El aborto ya está descriminalizado en caso de peligro para la vida o salud de la mujer en el COIP, hecho éste que llevó así mismo a otra discusión en las redes sociales, siendo en ese sentido el legislador mezquino ante los derechos de la mujer y la realidad de ella frente a la violencia, triunfando así mismo la defensa de una convicción.
Jugando con la imaginación. Una mujer llega a un hospital por un aborto en camino, no importa cómo o porqué y simplemente no la atienden en un hospital, que es lo que sucede en el día a día. Es terrible, el derecho a la salud no puede tener excepciones. Pero si la recibe debe denunciar a la Fiscalía.
Hay quienes dicen que han triunfado con el veto presidencial. Hay otros que se sienten defraudados. Y es que lo que no se dijo o se defendió desde un principio es que la norma garantiza el derecho a la salud, cuando dice, que se prohíbe a los establecimientos prestadores de servicios de salud; y, a las y los profesionales de la salud negar la atención de estas emergencias, y deberán respetar la confidencialidad, privacidad, el secreto profesional y los derechos de las mujeres.
A esta edad de la patria nos preocupa que los que afirman defender la vida y se oponen al aborto, creo, en su mayoría son defensores de la pena de muerte. Eso es doble moral sin lugar a dudas. (O)