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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Entre el análisis y la comidilla. A propósito de Argentina

30 de noviembre de 2015

La victoria de Macri, la derrota de Scioli, la mínima diferencia, empate técnico, poskirchnerismo, el neoliberalismo de vuelta, las conquistas sociales en riesgo, el giro a la derecha de la clase media y un largo etcétera, han inundado los medios, las redes sociales. De toda esa maraña de puntos de vista, opiniones, análisis y el chismerío inevitable, salen algunas lecciones. Primero, el escaso número de análisis políticos con profundidad, con referencias históricas, comprensión de los procesos estructurales, de los actores políticos-económicos y su dialéctica en el campo de fuerzas en la lucha por el poder.

Segundo, una sorprendente lista de ‘analistas’, todólogos, conformada por desengañados y entusiastas. Con ansias de predecir el futuro a partir de un pasado reinventado, sobredimensionado o subestimado. Un no aceptar las contradicciones y la dinámica social. Tercero, quizás lo más penoso, cierta izquierda apocalíptica, temerosa y no por el resultado mismo de esa elección, ni por el ruido mediático del jet set de la política de derecha, sino por una inflación ideológica; por una mirada casi de inmovilidad de los procesos sociales; de determinismo inaceptable. De proclamar la revolución, el progresismo de izquierda, pero negarse a aceptar los cambios. Buscando justificaciones que rozan en el lamento, el tremendismo y la tragedia. Incluso respetados analistas ‘progres’ cayeron en la desesperación del ¿y ahora qué pasará en América Latina? ¿Es el fin? ¿Habrá continuidad? Etc. Cuarto, con semejante reacción casi lastimera, lo que queda en claro son los vacíos en comprender la historia latinoamericana; la dialéctica entre ciclos económicos y políticos nacionales, regionales y mundiales.

Algunos piensan, incluso, que es mala suerte. Pero en política las cosas son crudas. Si no hay contacto permanente con la ciudadanía, con los electores, estos giran. Si no se renuevan los actos y discursos políticos la ciudadanía se desancla de los proyectos y busca otras opciones. Si no hay formación política, profundización de la conciencia social, nuevas generaciones no se identifican con los ideales ideológicos que impulsaron las transformaciones. Quinto, no basta una efectiva política pública, no basta funcionarios eficientes, si la política como campo de disputas no retorna al campo ético de los ciudadanos. No basta un buen marketing, una buena publicidad y propaganda, que son necesarias pero insuficientes si los políticos no salen a las calles, a los barrios, a las comunidades, a los mercados, a los parques, a las fábricas, etc., y que se dejen empapar por las palabras de los ciudadanos. Esa izquierda tremendista resulta que queda anonadada, por el recetario simple de los asesores de comunicación conservadores. ¿Qué creían que era lo político y la política? ¿Política de despacho? La lección de los liderazgos radica en que son casi los únicos que sí mantienen el contacto con la ciudadanía, pero muchísimos de los políticos convertidos en funcionarios jerárquicos piensan conquistar la política desde la gerencia y la administración.

La tarea: salir a las calles. Ahí están, ahí estarán los ciudadanos para ser conquistados, convencidos de unos valores, de una ética del bien común superior a las baratijas y espejitos de la rancia derecha. (O)

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