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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Enmiendas

13 de septiembre de 2015

El fundamento de la democracia moderna avanzada descansa en la posibilidad del ejercicio permanente del poder del pueblo a través de diversos mecanismos, el principal de ellos la expresión de su voluntad por medio de elecciones para designar a sus representantes.

De acuerdo a los filósofos clásicos el elemento sustancial de la democracia no es la alternabilidad, aunque para algunos teóricos del siglo XIX, como Alexis Tocqueville, es deseable que existan condiciones reales para que ella se produzca. En este punto preguntamos ¿por qué la alternabilidad no es una cualidad fundamental y esencial de una democracia, según los clásicos? La respuesta parece bastante simple: porque la soberanía popular siempre descansa en el pueblo y no se transfiere. Lo que hace el pueblo es encomendar un conjunto de competencias por separado a cada una de las funciones. En ese marco, la Función Ejecutiva solo tiene facultad para aplicar esas competencias en el marco de la Constitución y las leyes. Rousseau dice claramente que lo que el pueblo entrega es una “comisión, un empleo donde simples oficiales del soberano ejercen en su nombre el poder del cual son depositarios”. Es decir, un Presidente de la República no es fuente de soberanía popular.

Ya ubicados en el contexto de la democracia contemporánea y sus debates, es necesario esclarecer conceptos. Cuando se realiza una elección, sobre todo una elección presidencial, no se vota por una persona, se vota por un proyecto político. Por ello, cuando se inscribe una candidatura se entrega un plan de gobierno, y ese plan de gobierno es elaborado por un colectivo, partido o movimiento político que comisiona a una persona para que ejerza lo que corresponde. En ese sentido no hay razón por la cual no se pueda “comisionar” en palabras de Rousseau, a una persona varias veces, siempre que el pueblo lo requiera y ordene.   

En el caso concreto del ciudadano Rafael Correa Delgado, si al aprobarse las enmiendas se presenta a las próximas elecciones del 2017, simplemente se estaría preguntando al pueblo, si por una parte quiere que siga aplicándose el proyecto político de la Revolución Ciudadana para afianzar el estado nacional democrático socialista del siglo XXI; y si además, quiere que esa comisión, esa ejecución esté a cargo del mismo ciudadano que ha ejercido ese encargo.

La esencia de la democracia es aplicar la voluntad popular, no la alternabilidad del supra secretario que recibe la encomienda. No permitir que el pueblo tenga opciones para decidir es, en cambio, coartar la democracia en un momento crucial de la historia ecuatoriana y mundial. Por otra parte, de alguna manera, la opción de la renovación de la encomienda, se transforma en un plebiscito.

EE.UU. hace propaganda de ser un país democrático; en general han mantenido una histórica alternabilidad para cambiar el poder cada ocho años entre republicanos y demócratas. Hay una supuesta alternabilidad y sin embargo en realidad en ese país su pueblo no ejerce poder soberano, puesto que no hay democracia directa y quienes terminan designando a sus mandatarios son colegios electorales. Por ello en ese país hay alternabilidad y poca democracia. Nosotros preferimos democracia profunda y construcción de poder popular.  (O)

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