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“Democracias en revolución por la soberanía y la justicia social”: con esta consigna este lunes 28, martes 29 y miércoles 30 de septiembre se desarrolla el encuentro de las izquierdas progresistas en Quito. Encuentro único en América Latina. Es una gran oportunidad para reflexionar, compartir experiencias, analizar y plantear propuestas para el presente y futuro de la región. Pensar las experiencias de las izquierdas en el poder político es fundamental en estos momentos de crisis internacional, de asedio de las fuerzas conservadoras contra los gobiernos legítimamente electos por los pueblos. La discusión sobre la democracia es una pieza clave para comprender la dimensión de los procesos de integración intrarregional.
Es la oportunidad para analizar hasta dónde comprendemos la noción de un socialismo del siglo XXI. Poner sobre la mesa cuál es el rol de la memoria social y la justicia en una región que aún es la más inequitativa del mundo. Inequidad que ha producido innumerables guerras civiles como en Colombia, que por primera vez en más de cincuenta años es posible hablar de una paz concreta. El acuerdo reciente entre la guerrilla de las FARC y el Estado colombiano abre la puerta de un acuerdo final para la paz. El conflicto colombiano no ha sido ajeno a los demás países, menos aún para el Ecuador, que es el país que más refugiados acoge. Hablar del restablecimiento de las relaciones Cuba–Estados Unidos es fundamental para comprender que no es aceptable que una potencia mundial imponga un bloque económico violando todos los derechos humanos y el derecho internacional. América Latina está abierta a nuevos cambios. Poniendo fin a conflictos que parecían inacabables.
Nuestra región vive tiempos distintos de comprender y vivir la democracia y la política. La izquierda progresista se enfrenta a nuevos desafíos ideológicos, políticos, económicos y culturales.
Las derechas de la región buscan sacar el máximo de provecho a la crisis internacional. Crisis capitalista, financiera, que privatizó las ganancias y ahora quiere socializar las pérdidas. Esto pone en cuestionamiento qué tipo de globalización queremos y cuál es la que se nos impone. Se debe impulsar con más celeridad una integración Sur-Sur que plantee con firmeza un mundo multipolar. Es urgente cambiar los sistemas internacionales de representación. Sin duda la OEA ha perdido razón de ser y está siendo eclipsada por estructuras de integración eficientes y que responden a los intereses de sus países miembros como la Unasur y la Celac. Y, claro, seguir discutiendo el rol de los medios de comunicación es importante. Medios públicos, privados, comunitarios, etc. Ahora más que nunca debemos avanzar en una agenda de democratización de los medios de comunicación. Necesitamos medios regionales para que el monopolio informativo no ponga en peligro a la propia democracia.
Todos estos temas nos dicen de la necesidad de innovar las formas de organización política. Organizaciones que no deben perder la conexión con la ciudadanía para avanzar en los procesos de transformación que reclaman nuestros pueblos: justicia, equidad y redistribución de la riqueza es la consigna de todos. (O)