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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

El terrorismo como pretexto para ejercer terror

22 de agosto de 2014

Es sabido que no solo son terroristas aquellos que los dueños del poder mundial califican de ‘terroristas’. Hay otros terrorismos, los terrorismos de Estado, que a menudo poseen poder de fuego muy superior al de los grupos a los que se califica de terroristas, y que ejercen el terror -sospechosamente- siempre en pretendida o real lucha contra los por ellos calificados de ‘terroristas’.

Vemos una nueva versión de esta interminable saga de repeticiones, con el brutal asesinato por degüello del periodista James Foley a manos de grupos yihadistas. Si bien la autenticidad del video no es segura, y el hecho de que el verdugo hable idioma inglés mueve a preguntarse si realmente se trata de un caso de fundamentalismo islámico, esta parece ser la versión más plausible. En cualquier caso, se trata de un asesinato siniestro, absolutamente deleznable y condenable. No otra cosa puede decirse ni pensarse al respecto, desde una posición de defensa de la convivencia pacífica y de los derechos humanos.

Ahora bien, a los asesinados por los bombardeos estadounidenses en Irak no los vemos en las redes sociales. No son las suyas muertes amables: cuerpos descabezados, mutilados, estallados, hundidos bajo los escombros. No son pocos: ni uno como Foley, ni dos, ni cincuenta. Son muchos más. Y Obama promete ahora seguir, diciendo que hará “todo lo necesario” para que el terrorismo islámico desaparezca. Es decir: lo de Foley -para el imperio- no es base para promover acciones de paz que impidan estos actos salvajes, sino un llamado a multiplicar el belicismo y los antagonismos. Más bombardeos para lograr la paz, es la paradojal consigna. Terrorismo de Estado contra el terrorismo civil; el primero siempre cuenta con muchas más armas, capacidad de destrucción e impunidad por la apariencia de legalidad.

Bien claro resulta esto en los ataques de Israel a población civil en Gaza, permanentes y redoblados desde hace varias semanas con interrupción de breves treguas. Más de dos mil muertos y seis mil heridos -casi ninguno miembro de organizaciones políticas o militares- es el resultado, donde más de 300 de los asesinados son niños. Eso no lo hemos visto en las redes ni por TV, no nos hemos impresionado por las imágenes, pues no nos han sido otorgadas; pero es tan real como el brutal asesinato de Foley, y para colmo multiplicado por muchísimas más ocasiones y víctimas.

Es hora de que la victimización por terrorismo deje de ser pretexto para el ejercicio de violencia. La llamen o no terrorismo, nadie puede negar que violencia es lo que ejercen los Estados por vía de sus fuerzas armadas. Y cuando tal violencia es sistemática, permanente e incluye blancos civiles se convierte en terrorismo, por más que la palabra no les guste a los estrategas del imperio cuando refiere a ellos mismos.

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