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El Telégrafo
Rodolfo Bueno

El suicidio de una nación

14 de junio de 2016

El resultado de la elección primaria de EE.UU. es malo, no solo para el pueblo de ese país, sino para el resto del mundo. No se trata de que el estadounidense deba escoger ahora entre lo pésimo y lo peor, porque siempre hay un mal menor. Se trata de que ambos candidatos van a empeorar todas las cosas, ya de por sí tremebundas, pues en la naturaleza del escorpión está el emponzoñar al que pueda, y eso es lo que hará el triunfador de la próxima contienda electoral.

Para promocionar a la Sra. Clinton, la mafia demócrata debió recurrir a las peores cochinadas en las que son expertos, en cambio la del Sr. Tamb debió enardecer los instintos más cavernarios de esa poderosa, aunque no culta nación. Ninguna abordó los acuciantes problemas que agobian a la sociedad de EE.UU., como los trabajadores que cada día laboran más por salarios cada vez más bajos; los sin hogar por consecuencia de la crisis; los graduados que no encuentran trabajo para pagar las deudas de su educación; los desempleados que deben mendigar por su sustento; los afroamericanos reprimidos con saña; las mujeres que buscan equidad por su sacrificada labor; los soldados desatendidos luego de haber sido usados como carne de cañón en el extranjero; los migrantes que viven la pesadilla americana; en fin, los explotados, pobres y desposeídos por un sistema que solo genera riqueza para el 1% de la población.

El senador Sander fue el único que tomó el toro por los cuernos, pero lo derrotó la aplanadora que rige el destino de EE.UU. Craso error, pues los problemas no se resuelven por sí mismos, sino que deben ser enfrentados con valentía, tal como alguna vez hizo Franklin D. Roosevelt, caso contrario se corre el riesgo de que el caos estalle cuando menos se espera, algo que allá podría suceder por lo pasado. Y aunque eso no sucediera y EE.UU. lograra conservar su unidad nacional, se pone en entredicho el ideal que ellos han propugnado, todos esos valores de libertad y democracia que en ocasiones sonaban hueros por las atrocidades que cometían a lo largo y ancho del planeta, pues cualquiera que resultare presidente, en lugar de resolver problemas, se va a dedicar a repartir palo a diestra y siniestra, empeorando más aún la situación actual y conduciendo a EE.UU. al suicidio colectivo.

Y el mundo debe ser tomado en serio, no a la bartola como hasta ahora ha sido tomado por la élite que gobierna EE.UU. Así, debe cesar la política que ha seguido respecto a Rusia y China, aventurera y provocativa por decir lo menos. Rusia ha manifestado su disposición a colaborar con quien resultare electo. ¿Podrá el elegido por este cogollo maligno enterrar la ambición hegemónica que los enceguece? ¿Podrá decir ¡basta! y olvidar para siempre el sueño geopolítico de tragarse a Rusia por considerarla débil para defender sus riquezas? Algo que en su momento aprendieron Hitler y Napoleón, aunque por la fuerza. No se sabe. Lo que más preocupa a la humanidad es que este gigante no despierte de su dulce sueño a la dura realidad, pues de su sobriedad depende no solo la paz del planeta, sino también su futuro. (O)

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