Cuando se habla de cambiar las relaciones de poder se deben tomar medidas concretas para que esto suceda. De muchas maneras es fácil hablar de poder, de las élites oligárquicas, de cambiar la correlación de fuerzas, etc., sin embargo, ya en la práctica las intenciones no bastan y, por el contrario, se requiere de instrumentos de distinta naturaleza para hacer de eso llamado poder la expresión de todo un proyecto político popular. Es así que si no se cambian las relaciones económicas y financieras, poco habríamos avanzado en la disputa del poder social en el país. Por eso es vital y necesario que se active, se movilice la sociedad para respaldar el proyecto de Código Monetario y Financiero. Este proyecto es vital para la transformación del modelo de desarrollo centrado en la primacía del capital por sobre el ser humano. Modificar substancialmente las relaciones capital-ser humano es vital para un proyecto político que busca impulsar un modelo de socialismo donde ese ser humano y la naturaleza sean la razón fundamental de la organización social. Sin este Código difícil sería avanzar en el cambio de la matriz energética-productiva-del conocimiento, como continuar con la construcción de las bases de un Estado popular. Ha llegado la hora, después de una necesaria recuperación de la institucionalidad del Estado, de que el sistema financiero tenga como finalidad aportar a la construcción de una economía social y solidaria, conjuntamente con la sociedad y el Estado. La historia de la banca, del sistema financiero en el Ecuador, les guste o no a ellos, ha sido la historia de las élites oligárquicas que bien han sabido adaptarse a cada ciclo político-social y económico; siempre procurando aumentar sus beneficios y relaciones para incidir en el poder institucional. La banca privada en el país ha usufructuado a costa de sus clientes; ha incidido fuertemente en el modelo de consumo suntuario y en general poco ha sido su interés en fomentar vigorosamente el sistema productivo nacional. Y, peor aún, ha estado atada a la ideología del capital financiero mundial que ha exigido permanentemente la liberalización comercial y financiera de los países. Liberalización que trae consigo los gérmenes de las crisis financieras. Es hora de que se democratice el acceso al crédito; que prime el crédito productivo a mediano y largo plazo antes que el crédito suntuario irresponsable cortoplacista que termina expoliando las estructuras sociales, pero, sobre todo, explotando soterradamente el mundo del trabajo y de los trabajadores. Si estamos atados a la dolarización, por el comportamiento inmoral de la banca y sus socios políticos en 1999, debemos hacer que aquella esté al servicio de todos los ecuatorianos y la mejor forma es combatiendo todas las formas clasistas del Estado burgués.
