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El riesgo país: termómetro de la confianza y brújula para el desarrollo
09 de mayo de 2025La teoría económica en un conjunto de relaciones funcionales entre magnitudes, datos y variables, individualizados según postulados e hipótesis, aceptables como punto de partida que ha de ser verificado. El riesgo país, es parte de esa teoría que se erige como un rubro fundamental que refleja la vulnerabilidad financiera de los países en desarrollo, mide la probabilidad de incumplir obligaciones, la percepción de los inversores - actúa como una señal de confianza o desconfianza hacia su economía, tomando en cuenta cifras relacionadas con el entorno macroeconómico, la estabilidad política y el marco jurídico e institucional. Comprenderlo es intrínseco para tomar decisiones y estrategias de inversión, así como para desarrollar políticas económicas de manejo de riesgos potenciales, más aún en el contexto actual, marcado por tensiones geopolíticas y desafíos económicos globales.
Existen algunos factores que ayudan a evaluar las perspectivas económicas: la estabilidad del gobierno y sus políticas (países con cambios frecuentes en su liderazgo suponen un mayor peligro), el crecimiento del PIB (indica una economía en expansión), la inflación (puede elevar la contingencia ya que erosiona el poder adquisitivo y afectar negativamente la estabilidad), la balanza de pagos (un déficit sugiere problemas financieros que generan tensión), la deuda pública (cuanto mayor sea en relación al PIB, más alto será el riesgo), conflictos internos (un Estado con un coeficiente alto podría enfrentar disconformidad social, repercutiendo negativamente en la estabilidad), las relaciones internacionales (las sanciones o tensiones diplomáticas), las regulaciones estrictas o impredecibles, la solidez de las instituciones, la transparencia fiscal y la predictibilidad en las políticas económicas son determinantes clave.
El riesgo país se calcula con el índice EMBI (Emerging Markets Bond Index) de JP Morgan que es una referencia universal. Este indicador mide la diferencia (conocida como prima de riesgo), entre los rendimientos de los bonos soberanos de un país y los bonos del Tesoro de Estados Unidos, considerados libres de riesgo. Matemáticamente, cuanto menor sea la inversión extranjera la consecuencia será un crecimiento económico más lento.
Al comparar esta variable con algunos países de América Latina, surgen patrones distintivos. Es el caso de Argentina, que ha tenido problemas con su deuda externa desde hace algún tiempo y se ve reflejado en la prima de riesgo elevada. Chile se considera más estable económicamente, lo que se traduce en menores tasas de interés para atraer inversión. Brasil presenta un caso intermedio con crecimiento económico sólido, sin embargo, tiene retos políticos que afectan la percepción de amenaza. Ecuador se mantiene en etapa de incertidumbre por los problemas de violencia e inseguridad, empero, se debe destacar que tras la reelección de Daniel Noboa se experimentó una significativa disminución en 1282 puntos según informe del Banco Central. Antes de conocerse los resultados de la segunda vuelta electoral, el indicador marcaba 1844 puntos, lo que refleja una mayor confianza de los mercados internacionales en la estabilidad financiera ecuatoriana. Este escenario debe ser la señal para redoblar esfuerzos, fortalecer la macroeconomía, recuperar el dinamismo de la producción, competitividad, generación de empleo, una gestión prudente de las finanzas públicas, la implementación de reformas estructurales, el fortalecimiento de las instituciones y mejorar el perfil.
El FMI, ha alertado sobre un aumento significativo en los riesgos para la estabilidad financiera global, exacerbados por factores como la guerra comercial y el recelo económico. Enfatizo que, el riesgo país más que un indicador financiero es el reflejo de la salud económica y política de una nación. Gestionarlo adecuadamente será crucial para atraer inversión, fomentar el desarrollo y mejorar el bienestar de la población. Por ello planteo apostarle a un sector clave como el agrícola, donde la innovación y la adopción de nuevas tecnologías son vitales, y puede influir directamente en el futuro del agro, impulsando así el desarrollo rural y la seguridad alimentaria. Además, una baja en el riesgo facilitaría la exportación de productos ya que los inversores y compradores internacionales tienden a confiar en países con riesgo soberano bajo, también en la necesidad de trabajar conjuntamente para construir una economía sólida y confiable que inspire confianza tanto a nivel nacional como internacional.