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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

El periodismo de opinión ahora

20 de julio de 2017

Nuevamente estamos viviendo tiempos extraños para el periodismo en el país, especialmente para el periodismo de opinión. Lenín llama a la concertación y trata de calmar a los periodistas que continuamente fueron de oposición llamándolos a su oficina y dándoles apertura. La pregunta que me hago es si eso nos deja a los periodistas que creemos en la Revolución Ciudadana fuera del diálogo. Sinceramente, no sé la respuesta.

Admiro al periodista norteamericano Jorge Ramos, inmigrante mexicano, ahora ciudadano de Estados Unidos de Norteamérica, quien se atrevió a cuestionar en una rueda de prensa en 2015 al entonces candidato Donald Trump, con varias inquietantes preguntas sobre sus comentarios racistas, machistas y xenofóbicos y fue duramente echado fuera de la sala de prensa.

Coincido con Ramos en que los periodistas no podemos ser absolutamente neutrales y objetivos. La neutralidad, el silencio y el miedo no pueden ser parte de nuestra práctica profesional ni de vida. Y definitivamente, como seres humanos, tenemos tal grado de subjetividad en nuestro accionar que es imposible ser objetivos. Y no podemos confundir neutralidad con imparcialidad. Ramos define a la neutralidad en el periodismo como una forma de esconder nuestra verdadera responsabilidad. Y esa responsabilidad es cuestionar y desafiar a los que tienen el poder; recordando que el poder cambia tarde o temprano de manos, lo cual nos pone en una permanente lucha en contra del poder y los poderosos.

Ramos utiliza la palabra ‘contrapoder’ para describir la realidad del periodismo que nos coloca en el otro lado de los poderosos. Es decir, no podemos ser ni aduladores y peor asalariados de los poderosos, llámense gobierno o élites económicas. Tenemos que escribir sobre esos temas difíciles e incómodos, ya que, si no lo hacemos nosotros, nadie más lo va a hacer. Pero debemos ser imparciales, que es la esencia de la justicia, pues de una manera u otra el hacer periodismo nos transforma en una especie de jueces de la historia.

Por lo cual es preciso que la historia sea verdadera. Según Ramos, el riguroso escrúpulo con el que neutralmente presentamos los dos lados de una historia, sea esta del Gobierno o de la oposición, no nos lleva necesariamente a la verdad. Pero debemos reportar la realidad con imparcialidad, conscientes de que vemos la vida a través  de percepciones, que son nuestra realidad y no necesariamente son la verdad. Lo cual hace que la búsqueda de la verdad sea un experimento que debemos ejecutarlo cada día y cada momento de nuestras vidas.

Jorge Ramos menciona en una presentación a Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto, Premio Nobel de la Paz que dice: “Debemos tomar partido. La neutralidad solo ayuda al opresor, nunca a la víctima”. Y eso es lo que se le pide al periodismo, especialmente de opinión. Debemos tomar partido en contra de los álgidos temas del racismo, tan común en nuestro medio; de la discriminación de cualquier tipo que sea; de las mentiras públicas, sean de los gobernantes o de la oposición; en contra de las verdaderas dictaduras; en contra de la corrupción; y definitivamente a favor de los derechos humanos. Y si eso se le pide al periodismo, también se lo pedimos a los gobernantes. No podemos ser neutrales. Eso no es el verdadero periodismo, ni tampoco la mejor forma de gobernar. Los periodistas y los gobernantes continuamente estamos haciendo juicios de valor. Juicios éticos y morales, lo cual nos lleva a tomar decisiones sumamente personales y extraordinariamente subjetivas. (O)

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