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Siete años son menos de un segundo en la historia. Sin embargo, cuando miramos atrás, parecería que aquel era otro país, signado por las injusticias, la impunidad y el quemeimportismo como rasgo básico.
Después de la caída del muro de Berlín, los ‘convertidos’ -que fueron muchos- miraban con desdén a los que aún creíamos en la posibilidad del cambio y de un socialismo limpio de las manchas del dogmatismo, más cercano a lo que sus ideólogos estimaron. Las circunstancias fueron propicias para que, después de varios ensayos fallidos, Rafael Correa y sus planteamientos despertaran las energías populares.
Rafael y la gran masa esperanzada que lo seguía, porque en los enunciados del Movimiento PAIS reconoció sus propios sueños y anhelos, conquistaron hitos fundamentales: el triunfo presidencial, la convocatoria y amplia victoria en la aprobación de la nueva Carta Magna; las leyes que de ella se derivaron y una febril actividad impulsada desde el más alto nivel, para la que no había pausas ni obstáculos que no pudieran vencerse.
Ecuador tiene un nuevo rostro: hombres y mujeres han adquirido confianza en sus propias fuerzas y en su país, del que ahora se sienten orgullosos.Al cabo de 7 años la patria tiene un nuevo rostro: hombres y mujeres han adquirido confianza en sus propias fuerzas y en su país, del que ahora se sienten orgullosos. El desconocido Ecuador que en el ámbito internacional se confundía con los de otras latitudes, es plenamente identificado porque, a pesar de ser pequeño geográficamente, ha dado no pocas lecciones de dignidad que le han granjeado el respeto mundial. Ya no hay bases extranjeras en su territorio; la política exterior la dicta el pueblo ecuatoriano.
Se renegociaron la deuda externa y los contratos petroleros, dejando libres recursos destinados al ámbito social, como nunca antes en la historia: educación, a todos los niveles; salud, extensiva a toda la población; crecimiento exponencial de la atención a discapacitados, en la que dejó para siempre su huella Lenín Moreno; impulso al desarrollo científico a través de miles de becas a ecuatorianos que se forman en las mejores universidades del mundo y de proyectos como Yachay, núcleo a partir del cual se modificará la matriz productiva, a fin de que el país sea cada vez más próspero, en el marco de lo que se llama el Buen Vivir, es decir el armonioso desarrollo de las fuerzas productivas y de la comunidad humana que habita su geografía.
Como expresaba Martí sobre Bolívar, hay quienes mirando al Sol ven solo sus manchas. Felizmente los ecuatorianos, aquí y afuera, saben que han vuelto a tener patria.