Son difíciles los retos para 2016 en todos los órdenes. Demandan una revisión de políticas, contenidos y tácticas. La experiencia vivida en 2015 ha sido dura, pero gratificante.
Nos mostró en la economía que la incidencia del petróleo es aún fuerte, aunque se ha reducido, que la baja de sus precios causó fuertes efectos en la economía y presupuesto, lo que condujo a asumir medidas diversas, en el marco de la camisa de fuerza de la dolarización; en lo político, la arremetida partidocrática con apoyo externo, de banqueros y unos cuantos malos dirigentes de gremios e indígenas, convertidos en sus alcahuetes, fue violenta e intentó, bajo cualquier pretexto, la desestabilización y el golpe; en lo social, se atenuaron los logros alcanzados entre 2007-2014, en salarios, empleo, programas sociales, aunque con la mirada atenta del Gobierno para no paralizarlos; en lo internacional se sintió la conspiración imperial con las oligarquías criollas en algunos países, contra gobiernos progresistas, y la falta de fortaleza de los procesos integracionistas, a pesar de que se organizaron con decisión y firmeza (Unasur, Celac).
Los logros de la Revolución Ciudadana permitieron al proyecto salir victorioso y aprobar las enmiendas constitucionales, aunque con algunos temas controvertidos.
El Gobierno ha logrado un acumulado de éxitos en materia de recuperación del petróleo, fortalecimiento de la infraestructura, mejor educación, salud, seguridad social y vivienda, búsqueda de fuentes alternativas de financiamiento productivo, etc., que le permitieron sortear la conspiración y refrescar sus planes para enfrentar 2016. La puesta en marcha de varios proyectos hidroeléctricos y del sector petrolero, sin descuidar el propósito de modificar la estructura productiva, desarrollar la agroindustria e industria y afianzar más altos niveles de productividad, con base en la tecnología y conocimiento universales, que deben ser asimilados, audaz y progresivamente, son la base para sortear la situación difícil del nuevo año.
Para avanzar -se debe insistir- no solo hay que defenderse, hay que ejecutar la agenda que incluye, en esencia, la defensa de las reformas, iniciar otras, como la agraria, laboral y urbana, y consolidar los logros en la salud y la educación; esta última debe, en el ámbito universitario, ser revisada radicalmente; sin perder el objetivo de la calidad académica, puesta al servicio del desarrollo, con el que hay coincidencia plena. Todo pasa por la mejor organización y fortalecimiento de AP, que debe sacudirse de los burócratas utilitarios, incorporando, con diálogos abiertos y francos, a nuevos sectores, reincorporar a otros, que están desinformados, confundidos, desorientados por dirigentes venales y la campaña oligárquica mediática, mejorar la comunicación oficial, lo que demanda unidad firme, patriótica, democrática, plural.
La lucha pasa, por tanto -hay que reiterarlo-, por un relanzamiento del movimiento AP, mejor si se convierte en partido, y de la RC, para lo cual son claves las decisiones de su próxima Asamblea Nacional, que debe ser convocada, junto a la difusión masiva de propuestas de ajustes políticos y programáticos, para su discusión y enriquecimiento con las bases.
Todo esto es garantía para derrotar a la derecha, sus acólitos y asalariados, y sus intentonas restauradoras del orden neoliberal (¿o de terrorismo económico?) decadente, que impuso el viejo poder y el FMI, que ahora también se disfraza con propuestas ‘técnicas’, que conducen a lo mismo. El año nuevo demanda renovados esfuerzos y acción decidida y valiente de la gente progresista, para bien del pueblo y de la patria. ¡Felicidades! (O)
