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El Telégrafo
Karla Morales

El niño perdido de Sudán

09 de octubre de 2014

Desde 1983, año en que estalló la guerra civil en Sudán, más de 5 millones de personas se han quedado sin hogar. Entre ellas, aproximadamente 30.000 niños fueron separados de sus familias, debiendo miles de ellos huir a campos de refugiados en Etiopía. En 1986, muchos de ellos abandonaron el refugio y se trasladaron a pie durante 1 año a través de Sudán hacia el norte de Kenia, sufriendo los ataques de soldados, ladrones, enfermedades y animales salvajes. Según estadísticas, solo la mitad de los niños sobrevivió a estos agotadores viajes y, con el tiempo, se convirtieron en el núcleo de Kukama, el campamento de refugiados más reconocido mundialmente. Los organismos de socorro los llamaron “los niños perdidos de Sudán”.

En los primeros años de la guerra, nació Lomong. Tenía 6 años cuando mientras presenciaba la misa dominical, fue separado de su familia, secuestrado por soldados y enviado a una prisión en donde los entrenaban para convertirlos en niños soldados. Semanas después, Lomong pudo escapar con la ayuda de otros 3 niños más grandes. Descalzos pasaron por un hoyo de la reja de la prisión y empezaron a correr. Sin saberlo, compitió en su carrera más importante: por la libertad.

Entre los niños perdidos de Sudán también estaba Wani, quien con solo 10 años huyó en 1988 de su pueblo para evitar que lo reclutara la guerrilla del Ejército Popular de Liberación de Sudán (EPLS) y acabó siendo uno de los fundadores del campo de refugiados de Kukama, donde convivió con Lomong por 10 años. En 2001, la vida de Lomong cambió completamente. Fue incluido entre los 4.000 “niños perdidos” que fueron reubicados en varias ciudades de EE.UU. como parte de un programa de la ONU y el Gobierno. Fue adoptado por una familia de Nueva York. Allí descubrió que lo que había hecho por sobrevivir sería su profesión: correr. Se convirtió en ciudadano en julio de 2007 y un año después entró al equipo nacional olímpico. Formó parte de la carrera de 1.500 metros en los JJ.OO. de Beijing 2008 y portó la bandera de la delegación del país que lo acogió.

Lomong creó una fundación para ayudar a la gente en su país natal, les llevan educación, agua limpia, nutrición y medicinas. Kakuma sigue existiendo y, desde allí, Wani aseguró que había sentido alegría al ver a Lomong en los JJ.OO. Wani no fue elegido para ser reubicado, a sus más de 30 años, continúa viviendo en el campo junto con otros 108 “niños perdidos”. Después de varias peticiones para su traslado a otro país, ninguno ha recibido respuesta. Hasan, responsable del Programa de Repatriación de la Acnur en Kakuma, insistió en declaraciones a EFE que “no todos los solicitantes están integrados en el registro de 10.000 ‘niños perdidos’ que se realizó en 1992” y barajan soluciones según los casos: repatriación, integración local o reasentamiento. Miles de sudaneses han sido repatriados desde enero de 2005, cuando el Gobierno y los rebeldes firmaron un acuerdo de paz que permitió el inicio de operaciones de retorno.

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