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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

El mercado del fútbol

29 de mayo de 2015 - 00:00

Cada cierto tiempo, la mierda se echa al ventilador y todos salen salpicados. Está la mierda financiera de 2007, está esa otra que embarró a la Iglesia católica, y ahora tenemos a los de la FIFA, esa “manga de viejos hijos de puta”, citando lo dicho por ‘Pepe’ Mujica. Son esos secretos a voces, eso que apesta a kilómetros de distancia, eso que grita corrupción, eso que todos gritan corrupción, pero no pasa nada. Hasta que pasa algo. A la policía del mundo, Estados Unidos, a través del FBI, no solo que no le gusta el fútbol, sino que además se ha puesto como misión destapar la olla de ratas: lavado de dinero, sobornos y fraude, entre las 47 causas que se llevan en contra de los 14 representantes y  ejecutivos que ya fueron detenidos y que, seguramente, terminarán por arrastrar a unos cuantos más.

En la FIFA, sin embargo, no pasa nada. O por lo menos el nerviosismo lo tienen bien guardado. Bien puede ser una gran máscara. Más probable es que sea un reflejo de años de acumulación de poder, de sentirse intocables, de no responder a nada ni a nadie (si, al final del día, son una federación, sin fines de lucro), de poder callar y manejar todo a punta de dinero. En esta federación sin fines de lucro que maneja $ 5 mil millones, 28% de sus ingresos viene de marketing, lo cual demuestra por qué tantas empresas auspiciantes están comenzando a saltar. Aunque no muy alto. Visa y Hyundai “no tienen comentarios”, aunque McDonald’s y Coca-Cola han dado declaraciones fuertes, pero todo dentro de los marcos de las relaciones públicas, esas que no se mezclan con las finanzas. Al final del día, Adidas, por ejemplo, tuvo ingresos de $ 2,8 mil millones relacionados con el fútbol. Mucho de eso es gracias a FIFA. Seguro no quieren sacrificar esto.

Si este escándalo se compara con cualquier otro de los escándalos en los leviatanes internacionales, entonces no se puede esperar que pase mucho. Porque el problema estructural sigue ahí.

Es decir, la industria del fútbol, el negocio del fútbol, ha convertido al espectáculo del fútbol en un adéndum. El fútbol es ahora el mercado. Con sus centros y sus periferias, con sus colusiones y sus dependencias. Seguimos siendo exportadores de materia prima e importadores de bienes de consumo. Exportadores de cracks e importadores de espectáculos. Los términos en que la mercancía (jugadores) se negocia casi degradante, pero igual participamos en este fetiche que ha quitado todo límite a las proporciones. Porque con todas las alegrías y tristezas, con las emociones y los momentos, con la construcción de la memoria colectiva que se genera a partir de 22 pateando una pelota, sigue teniendo algo de vergonzoso que se compren y vendan jugadores (y lo que esto implica) por cientos de millones de dólares, en un mundo con realidades como las de nuestro mundo.

Que dos equipos en España valgan más de medio millar de dólares en un país donde se desahucia a familias enteras es cruel. Que un jugador cobre sobre los $ 12 millones anuales es un insulto. Sería importante repensar si alguien en el mundo debería ganar eso, no se diga un entretenedor. Son la élite, sin duda, y puede que el fútbol como lo conocemos no fuera el fútbol que conocemos, sino por ese capitalismo salvaje; pero también son un reflejo de lo que estamos dispuestos a dar valor.

El fútbol es importante. El mercado del fútbol no. Que sea una buena oportunidad para repensarlo. (O)

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